yo, me acuso, me he quejado de los 'urbanos' aquí y en mis notas, en la intimidad de mi casa y con mis vecinos, con palabras cuidadas y con mentadas de madre, y nada más por eso, ahora pasan frente a mi acera, uno cada dos minutos, grandotes, ruidosos, han llenado mi linda casa de humo, me arden mis ojitos como pueblerina en el Deefe, horror, me han castigado, de tanto quejarme me han hecho lo que el gurú budista le recetó al hombre aquél que se quejaba de su casita chiquita y sin espacio, lo mandó a meter en su casa a todos sus animalitos de granja y convivir con ellos dos semanas, después lo mandó limpiar su estancia y lueguito de ello, el hombre sentía que su casa era linda y espaciosa. Dios castiga a las boconas.
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