Si AVON llama a tu puerta, si por las horas que le hayamos dedicado a ojear los catálogos que acaso una vecina nos traiga con regularidad, y que uno, por decencia social prefiera comprar el cosmético a ella en lugar de al supermercado, deja también que el libro llame a tu puerta, toc, toc, y por favor, que no sea ésta una puerta impasible. Dice Carlos Fuentes en la contraportada de su libro “En esto creo”: “Ojalá el lector encuentre formas del amor en cada capítulo. Pero hay una que deseo destacar: el amor como atención. Prestarle atención a otro. Abrirse a la atención. La atención extrema es la facultad creadora y su condición es el amor”. Todos hemos pecado de sordos, seguro. Pero que la sordera no se haga costumbre es la ley del amor, del río que corre y fluye, del agua que se limpia, de las tardes que escampan, de los corazones que se abren y aman. No hay autor que valga sin lectores, uno, si es lector, tiene una tarea versus la corriente del mar (de imbéciles), una faena que es fácil abandonar si no le damos el lugar justo y el momento exacto. El niño gatea, luego camina, y casi luego, lueguito se van de la casa. No puede ser al revés. Antes de irse tienen esa sana costumbre de aprender a caminar, correr, andar en bici, patinar, y manejar, ya con las herramientas puestas, se lanzan; a gatas, está complicado lograrlo, y aún así no faltará el intrépido que lo intente con su madre corriendo detrás, ordenándole su regreso inmediato. Bien, es igual con los libros, si en tu vida sólo has incursionado en los párrafos de la Familia Burrón, los catálogos de AVON y algún diario local, no intentes por favor, lanzarte a la lectura de un Proust que te aburra y desilusione, no por ser malo, de ninguna manera, sólo tienes que gatear primero antes de aventarte un clavado de picada en la Quebrada Acapulqueña. Es tan claro como el agua, y sin embargo, en el sistema educativo mexicano, y que me linchen por irreverente, hacen todo porque el llamado del libro a nuestros jóvenes fracase sin remedio. Si el maestro se prendara de un divertido (y estupendo) Juan José Arreola, me atrevo a asegurar que el día que le hincaran el diente a Cervantes, le iban a gozar como quien disfruta de una buena partida de pingpong, una vez que logra pegarle a la pelotita. Para poder recrearse de un juego, cualquiera que sea su giro, es indispensable saberle jugar, y he ahí la maravilla de la lectura y su característica preponderante, es recursiva, es por ello que una vez iniciados, difícilmente nos vamos a aburrir. ¿Que leer está en chino?, pues sí, si quieres leer en medio de un escándalo, o cuando estás agotado, o bien leer algo que no es tu estilo, definitivamente, estará en chino. Lee Confabulario de Juan José Arreola, si acaso no lo has leído ya, y ahí me dices si puedes parar.
La dominguera de hoy:
Recursiva: que tiene muchos recursos, toma iniciativas, sabe defenderse en situaciones difíciles. Y específicamente en cuanto al texto, significa que la escritura es perfectible, que da o puede dar perfección, que siempre se puede perfeccionar.
2 comentarios:
Bullo querida... me dio mucho gusto estar contigo ese ratito.
¿Viste que se borró el que publicaste ayer??
Se ve super bien: FELICIDADES
existe la palabra recursivar?, si asi , a mi me hace falta, ajajaja ...
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