miércoles, 29 de julio de 2009

probabilidades...



una semilla se puede convertir en planta, en flor, en fruto, en aroma, en hierba, en adorno para florero, en basura para composta, en alimento de colibrí; un hoyo puede ser un pozo, un accidente, un bache, un charco, o una alberca; un hombre puede llegar a ser tu peor enemigo, tu mejor amigo, tu amante más apasionado, tu pareja, tu marido, tu carnalito, o tu jefe. Todo puede ser, en todo hay altas probabilidades, o pocas posibilidades, a todo le haces falta tú, con tu voluntad y empeño. Estoy aquí, en una casa horrorosa, con un hoyo en medio, mismo que convertiré en alberca, misma casa que dejaré re linda, por mis ganas, y por mis huevos, que no son muchos, pero con uno al mes tengo para darme a la tarea de hacer de las probabilidades, grandes posibilidades, y sueños cumplidos. Punto y coma, adentro y afuera, cambio y fuera. Mudando a una mejor sonrisa.

jueves, 16 de julio de 2009

cajones... de abajo hacia arriba

Cajones. Uno guarda en cajones las cosas de las que se va haciendo por el paso de la vida. Entre más rico se es, más cajones, más se guarda, menos se ocupa; entre más se camina, más se tiene, y entre menos se ocupa, más cajones para guardar (lo que no está en uso). Los expertos aseguran que todos deberíamos de tener a los sumo, tres cajones y guardar de abajo hacia arriba en orden de menor constancia de uso. Lo mismo sucede con los libros y la literatura. La gente asidua a la lectura se va haciendo de libros, como de cosas, cada vez más libros en el librero, y con suerte, cada vez, más libros leídos, y por tanto, en desuso. Pero una vez que se ha leído una buena cantidad de libros es importante ir separando en la cabeza, los archivos de lectura. Aprender sobre géneros, estilos y corrientes literarias, no es una mala idea, es una herramienta para el gozo más pleno de la lectura. Una vez que uno establece que hay novelas clásicas del realismo, Balzac alcanzará en nuestro libero un panel de continua referencia, así como comprender que Octavio Paz y su ensayo El laberinto de la soledad, son eso, un ensayo, que también pueden ser páginas de constante consulta, sobre todo, si se atreve uno a leer Los de de abajo de Mariano Azuela, o cualquier novela costumbrista. Si uno separa debidamente en los cajones del acervo, las novelas, de los ensayos, los cuentos, de los poemas, los artículos de los libros de autoayuda, se está más preparado para disfrutar la lectura en presente, pasado y futuro. Y aquí llegamos al punto de ‘hay de dos sopas’, o haces biblioteca no rolando ni prestando libros, o haces un bien a la humanidad, y además de que los recomiendas, los rolas sin grandes esperanzas de verles de nuevo pero con la conciencia de que esos libros, no han caído en el desuso del espacio inerte del librero que se desvencija por el peso extremo de libros estancados. Por supuesto, están los imprestables, los tesoros, los que siempre serán referencia para la vida y para lecturas futuras, y claro, los diccionarios, que nunca serán suficientes, a pesar de la coexistencia de ‘Mister Google’. No me atrevo a decirte ‘rola’, cada quien con sus envidias, pero te invito a que no permitas que los libros sean humillados, destinados al olvido o a ejercer funciones que no tengan que ver con la apertura de sus páginas, como quien les utiliza de adorno o de sostén o de pisa papeles. Me atrevo a proponerte que estas vacaciones, las goces con la lectura de los libros que se han quedado en espera sobre tu buró.

lunes, 6 de julio de 2009

dinamita

Lo único que se ocupa para dar una conferencia, es haber vivido un rato, haber leído más de un ciento de libros, y tener a la mano, por lo menos, una docena de reflexiones cual ramillete de rosas.
Lo único que se necesita para regarla, es ser un poco agua, otro poco llanto, y estar frente a un desértico panorama.
Lo más importante para implementar una curación es ser un ente de confianza, tener presente y de frente una buena energía (si andas de cabeza, desiste por un rato), y hablar con toda honestidad, aunque en este punto nos remitan al punto número dos de este estúpido manual.
Lo mejor que puedes hacer para no estallar, es asumirte como mezcla explosiva en un ambiente propicio para ello, y flamable; luego de esto, puedes tirar el manual, crear el tuyo propio, o moverte por completo sin manual, sonreír y dilapidar tu miedo a ser agua, a ser fuego, a ser un ente inadecuado para la tarea a realizar.
Si siempre has sido una especie de funámbulo orquestando posibilidades versus contraindicaciones, por favor, donde quiera que te encuentres, a donde quiera que vayas, cual fuere lo que haces y dejas de hacer, no ceses, no te rindas, yo te acompaño.
Cabalgo sobre un caballo desconocido y veloz, con desbocada voluntad de llegar a no me queda claro a dónde, y no me canso, a pesar de que la riego, la lloro, la padezco, la gozo, la aprendo, la niego, la disgusto, la taño, y la canto, cada mañana, ahí estoy, en un lugar al que siento, no pertenezco, y sin embargo, piso, cada mañana, con absoluta certeza de que algo, algo puedo hacer por responsabilizarme de un foro amplio y estrecho al mismo tiempo.
Estaré la pendiente por no dejar rastros punzantes de un estallido florido, www.rtv.org.mx de lunes a viernes, de 9:30 a 11:00 de la mañana, hora del centro de México, Mujeres hechas en casa, un programa de revista, bien hecho, bien planeado, bien bonito, de no ser por mí, dinamita en adjetivos del verbo sustantivizado, la incompatible.
... hasta que nos dure el gusto o se extermine la paciencia de mi productora.

jueves, 2 de julio de 2009

universidades


... y todo es así, cualquier evento puede ser una oportunidad para aprender. Hay quien pretende aprender acudiendo a la escuela, sin ir realmente, además de estar en clase de cuerpo presente, se requiere hacer algo más para asimilar lo asimilable y evadir lo que la pena no vale. Se alega que una escuela es mejor que otra, pero dificilmente se levanta un discurso sobre lo buen alumno que se puede ser, incluso sin acudir a escuela alguna. El entendimiento, la asimilación de conocimientos, la absorción de técnicas, no son vía ósmosis, no señor, hay que chingarle. Ahí está todo, la mesa puesta con los libreros llenitos de libros, en casa, en casa ajena, en las bibliotecas, y por doquier, las universidades gratuitas, las becas, los maestros, las actividades, los diplomados, y los desesperados por brindar una luz al extraviado, que nomás se niega a tomar un fruto de tan bella puesta en escena. Aprender es un gozo, y a veces es una joda, pero aprender es siempre es un acto voluntario.

miércoles, 1 de julio de 2009

Mujer adentro en el desperdicio.

¿Qué es un desperdicio?, ¿acaso sólo es aquello, que sobra?, ¿o lo que no usamos, y abandonamos en un rincón u olvidamos, también lo es? Pon la basura en su lugar dice el lema popular aclamando al sentido común. El cartón al rincón, con todo el papeleo, el vidrio a una caja hecho añicos, ¿y los desperdicios?, el tallo del brócoli, la lechuga herida, las sobras de los platos, el tiempo perdido, los besos que no nos dimos, los abrazos inconclusos, la de veces que hemos dicho no a una caminata, o a un paseo por pura pereza, la de horas regaladas a las televisoras, viendo cuánta estupidez y pornografía nos proponen, ¿dónde?, ¿dónde acomodamos todas las experiencias ‘que no’, las horas ‘que no’, los besos ‘que no’, todo a lo que hemos dicho ‘que no’? Los años pasan, nos vamos poniendo viejos, y entre más anquilosados, más viejos, permitimos en pos de esos años vividos, que las cosas dejen de transformarse, que los cajones se nos llenen de recuerdos, de deudas, de recibos pagados y sin pagar, de olvidos y de basura. En nombre sea de la experiencia, nos evitamos los caminos largos, y nos vamos por el camino corto de la Caperucita Roja, porque al fin entendimos, que la abuelita nuestra, tenía su boca, infestada de razones, razones para no ensuciarse, razones para no arriesgarse, razones para no desacatar a las reglas de la buena conducta. Dos tres buenos porrazos, y lo entendimos, y en nombre de estos golpes, de estos sablazos, de nuestro propio quebranto, nos autocensuramos, nos decimos que no, a muchas cosas, le sacamos la vuelta al camino largo, y dejamos de ver, que en cualquier camino largo, también hay experiencias que nos faltan, hay más árboles para mirar, más flores para oler, más pájaros para admirar, y que el lobo, el lobo feroz, ya no es tan feroz, simplemente porque sabe, que sabemos, y nosotros sabemos, que él sabe. Los años pasan, y se nos olvida, en la inercia del tengo, compro, satisfago mis deseos de ser alguien, se nos olvida, lo juro, qué es la vida, qué esperamos de ella, y sobretodo, fuera de toda razón, se nos olvida, disfrutarla, arriesgarnos, y vivirla, nos inventamos una segura receta, que nos aparte de los riesgos que conlleva traer el corazón en la mano, el espíritu en el encanto, las piernas en los caminos, las manos en el quehacer, la mente en la disposición de aprender y entender, los ojos en el miramiento, ingredientes indispensables, para vivir a toda costa, a todo galope y con todo sentido. mujeradentro@yahoo.com.mx , desanquilosando el sarro de la permanencia, como todo un faquir, arriesgándose a perder lo que tanto le acomodaba, por vivir lo que le falta, por vivir, y no morir en vida, hoy, cambio, y mujer adentro, adiós, cambio y fuera.

aceptando maridos de segunda...



“Eres una basura”, es una frase que nunca había tenido tanto sentido para mí, para nosotros, para todos los que habitamos este planeta. Ahora sabemos que la metáfora designa no sólo al hecho de ser un desecho, hediondo, descompuesto e inútil sino que al ser “basura”, también te conviertes en algo ineludible, y si bien nadie quiere verte, ni saber qué es de ti, todos te huelen, te sienten, se topan contigo en calles, alamedas, en casas ajenas, peor, en la propia. Todos conocemos a un señor que deja a su vieja, después de veinte, treinta años de casados, y la canjea por una nueva, de veinte o treinta años (menos), pero habrá quien pueda contestar que el supuesto señor tiene derecho a la “felicidad”…(a costillas de la vida de alguien más, por cierto), sin contar con las repercusiones sociales, morales y emocionales de los hijos, parentela y amigos cercanos, pero bueno, el señor va a estar muy contento…(por un ratito), todos sabemos como terminan estas historias, tan comunes y ordinarias, y francamente no pretendo ninguna lección de moralina con mi reflexión, a lo que voy, es a la basura. ¿Todo lo que cambias o tiras es verdaderamente basura? ¿Quién o qué, es basura? ¿La señora con todos sus años, o el señor (también con un montón de años) que estrena mujer? Con esta observación quiero decir no que conserves cosas que no ocupas, pero tal vez… tal vez, todo lo que desechas no es propiamente basura, y en ello puedan haber cosas útiles para alguien. La alusión anterior no tiene nada que ver con la señora que abandonan, (no imagino a los señores ofreciendo en ventas de cochera a sus señoras), pero sí con la detención de la inercia: tira-compra, usa-tira, cambia-tira, molesta-desaparece, envejece-abandona, entorpece-estorba. Hay un camino muy limpio, pero duro de recorrer, a ratos doloroso, en él casi todo sirve, y lo que no, se logra componer, modificar, rehacer. Con antorchas hechas con frascos de vidrio, con plantas acuáticas que se ven hermosas en lo que fueron botellas de vino, los cartones de huevo son excelentes separadores de tornillos y clavos, la cáscara de la sandía abona la tierra, los muebles de la abuela, se lijan, se barnizan (y son chic), el perro cojo es nuestro mejor cuidador (por lo menos avisa cuando alguien extraño se aproxima a nuestra casa, que es para lo que sirven los pobres perros), la cama vieja del niño, la tapizamos con una cobija de lana y la convertimos en un nuevo sillón comodísimo para leer… en este camino donde vamos despacio, entramos mi pareja y yo, que como nos han roto, estamos remendados, recién pegados, así nos clasificamos: un par de reciclados; sí, eso somos , una pareja…digamos… de “segunda mano”, y seguimos en la carrera continua del reciclaje… duele, se caen los dientes, se forman las arrugas, abundan las canas, (que dicen que salen de ganas)… y sí ha de ser, pues sólo tenemos deseos de continuar, aunque a ratos la cosa se ponga pantanosa, densa, incómoda, difícil, y hasta fea. Un abrazo (de esos que curan todo), una goma (a modo de voto conyugal), para borrar las metidas de patas, y sin tirar la hoja: borrón y cuenta nueva, una noche de luna, una mirada honesta a todo lo que es útil, camina, genera y sirve… desechar, finalmente (y lo más ordenadamente posible), lo que no debemos ni podemos conservar, los malos sentimientos… la verdadera basura, que puede llegar a inundar no sólo los corazones enamorados, sino ciudades enteras.