Desbraguetada, a corazón abierto, salgo de mí para pintarme de colores, salgo de ti para rescatar la luz que emana de tus heridas, salgo de los lienzos para ir en pos de la tierra de nuestro hígado, salgo del barro para darle cabida a la pasión y al ardor que baten a mi corazón, malherido, maltrecho, pegado y reparado y vuelto a pegar, al fin un corazón, que late, y que ama...
Alias La Bullo
el tiempo pasa, este blog está dedicado a sus horas con minutos, a sus momentos con detalles, pelos y señales
jueves, 21 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
Yaciendo...
Estábamos
ahí. Yaciendo. Las cortinas con sus ojos, bien pelados. El tequila al pie de la
cama. Un cigarro encendido. Música original. Letra original. Y su llamarada de
no seré tuyo. No puedo, decía, soy un fantasma. Sierpes de fantasma, son el
vacío que deja su vaivén. Nubes sobre la cama. ¿Entonces, cómo es que llegamos
hasta aquí? ¿Sus labios se vaticinaron
sobre los míos por la fuerza del viento?, ¿o por el empuje del tequila? Le dije con súplica, ojalá que no me
dejes ir. Me empujó. Soy
todo lo que me habita, pero sobre todo, soy mi animal, y ante el empellón de su
rechazo, el animal ha cantado. Habitada. Me muerde mi animal. Y por dentro, muy dentro, la persecución
de mi fantasma, ¿quién persigue a quién? Soy todo terreno, ¿por eso?, ¿porque soy patio de atrás, me
persiguen los fantasmas? Y mientras me pregunto todo, me salvo de los
empujones, él y su no, me meten la lengua, me chupan el cuello, me retuercen
los pezones, los muerden, me ponen el dedo tan adentro como su palma de la mano
lo permite, y lejos de la respuesta, siguen llegando las dudas. Yo soy como la
parte de la casa que se sale del territorio gente. Soy el lugar de las
travesuras. Y ése fantasma,
que es nadie, que es todos, y es ninguno, que es mío y lo comparto con el
universo, que es suyo de él y es de la nada, se desboca sobre mi regazo, me
sofoca mientras me talla su vientre de protuberancias, me muerde la barba, los
labios, hasta hacerme gritar de dolor, y me dice, dime que te vas, y me hago
nube, dime que no quieres, y me esfumo, desaparezco, carajo, como si ése no
fuera su hábito más vicio entre nosotros. Pero sin saber de dónde, soy quien se
va, el apremio de un abrazo, rompe el juego psicológico. Me pide que saque la
lengua, y la saco, me mete el dedo, lo agita mientras mira mi lengua como si me
penetrara él y me besara al mismo tiempo, como si me traspasara con su espada
blandida en aceite puro y le besara la espada al mismo tiempo, mi lengua, su
actor, él el director. Raída la lengua de tanto lamer la piel de mi fantasma,
no puedo rendirme, voy por más lenguas de agua. Él me dirige, y voy sin
estrellarme, directo a saciar el primer nivel del animal, un orgasmo. Y me voy. Yéndome, siento esa gana
de que me detenga, aún cuando sé que una vez que el animal decide irse, no hay
forma de hacerlo cambiar de opinión. Yéndome, su nombre se desvanece en
mi boca, su lengua serpentea en mi vientre y yo, yo no me puedo quedar a
besarla también. Le dije con súplica, ojalá que no me dejes ir. Me empujó.
Me hablaba al oído, cuando el animal dijo, es hora de irnos... y me fui de mí
mientras su lengua me penetraba. Hoy, me voy también de ti, le dije. No
me creyó, jugó a hacerse el dormido, mientras me aventaba el cuerpo para que lo
lamiera de pies a cabeza. Se nos murieron los peces y la noche entre los
muslos. Mi deseo sólo es visible cuando pasa por su cuerpo, mi voluntad se
refleja en sus ojos, en sus ojos que dicen no, no, soy un fantasma. En las
guerras, se mata al enemigo, en la cama, se mata al amigo, se resucitan a los
fantasmas. No tengo balas suficientes para asesinar mis sentimientos, pero yo
las tiro, ellos allá por dentro, que se las repartan coño, yazgo en mi cama con
un extraño que amo, me araña mi animal, se me entorpecen las consiguientes,
dejo el lo que quiero por lo que siento, el abismo está aquí, al borde de estos
tequilas, de estas sábanas, y aún así, ¿quieren que mate lo que siento? Perfecto,
con una chingada, denme la puta receta. Llevo un derrumbe por dentro, tan
constante que parece ser mi amigo más fiel. Llega la hora cero, su hora, es él
quien se va, como marca nuestra perra costumbre, desde su nube, me apalabra, me
cuece a frases cortas y confusas, me habla de revoluciones y de desasosiego, de
desamor y de sociedad podridas, ni una palabra de amor. Ya apalabrados, empoderados,
digo yo, dame, dame tu frase completa, deja los puntos suspensivos para el
amanecer... yazgo desde la noche, pero es a la luz que desfallezco de
cansancio. Miro mis senos, y murmuro a nadie, ¿Acaso no puedes pasear por mi
cuerpo sin dejar huellas?
martes, 26 de febrero de 2013
Ojos en las cortinas... cerradas.
Me voy del mundo como quien va a la
tiendita, de escapada. Cierro las cortinas, detengo el día y sus malditos
horarios. Me hundo en mis sábanas buscando rastros de rocío del sudor que te
limpié con las manos. Me asaltan los ojos de las cortinas corridas. Soy un
naufragio, con sus pérdidas y tesoros enterrados. Doblones de oro derramado. Este
derribo, este cielo en la voz que canta sueños como si frases cortas. Este recordarnos
como suerte regalada ¿Y a dónde escapar? Ya no hay tierras vírgenes, ya no hay
solares baldíos sin barda, sin dueño, todo lo que tenemos es una hora robada,
la bala de la prisa para desnudarnos. Y la playa como una promesa que no llega.
Y nuestras manos que se enlazan debajo de la mesa, a resguardo de los otros.
Nuestras manos que se abrazan, incluso sin alcanzarse. Sin tocarnos, tan
tocados el uno por el otro. Y tu sumaria cantaleta de desilusión. En medio de
un nosotros, el naranja de los amaneceres, el ámbar de la tarde, el puto verde
limón de tu corazón contrito. Y la llama de mi todo por nada.
Me desconozco.
La vida se me ha pintado de colores,
los brazos se me despegan del cuerpo, y me desnudo pero nadie entiende, soy
ésta y otra, soy dos y soy un millar de otras, soy tantas, soy estas piernas
que se abren como corazón.
Me desconsuelo.
La realidad sin cocinar, sin merodeo,
recién sacada del mar, arrecia en cada encuentro, llegas, como nube, cada
segundo entre tú y yo, se mueve, se transforma, se agita, desarrolla su story board que somos incapaces de representar, cada instante, sentido y vívido, se niega a repetirse. Y te vas en mi
humedad, te vas, te corres… no me puedo vestir de sueños cuando estás entre mis
piernas, la contundencia de tu piel, tú exiges que te mire, y yo por más que
quiero cerrar los ojos, te miro atravesándome como un barco con prisa, se me
abre la piel, me pintas, una vez más, tus labios en cada rincón. Te limpio el
sudor, me lo bebo, me desconsuela saber que otra vez, te irás bajo el auspicio
de los ojos ,esos que nacen en las cortinas de mi recámara.
Los ojos de las cortinas
cerradas, me miran sin miramientos. Desnuda, tatuada, y sola. Enamorada de un
puto fantasma.
domingo, 17 de febrero de 2013
Ni olvido ni el último trago, nomás estoy afuera
Sé muy bien que estoy
afuera. Entre las nubes habitan mis deseos, y si mis ideas y materias primas
deambulan por el piso del departamento, mis anhelos vuelan bajo un gris eterno
de tardes de domingo. Me comprometo al reverso de mi cotidiano. Y todo me da
una comezón incontenible.
Fuera del
patrón, todo es camino de costura. Tomo mi aguja, desembarco de la vida que
tenía, que ya no regresará, principalmente porque no hay boleto de regreso. De llegar
al paraíso de la torre mayor, ¿quién quiere ir de vuelta al infierno? Y sin
embargo, me veo entre las costuras de un cielo sin bóveda celeste, un cielo
raso, un cielo rojo, un cielo roto, ése cielo que eres tú para mí.
Intento huir con
algunos brazos cálidos que me dicen ven, ven, ven, y a pesar de aceptar el
refugio, mi aguja se niega a ensartar el punto, se desentiende de su carrete, y
llamo al gato a jugar con los enredos de esa negación que es una afirmación
insoportable. Te deseo. Te quiero. Te anhelo. Pero no estoy contigo, ni
conmigo.
Sé muy bien que
estoy afuera, tocando una puerta imaginaria, el piso de tu nube gris, el hombro
dislocado, la boca callada, las palabras nocturnas, y de tanto tocar, contesta
tu sombra.
Sé muy bien que
estoy afuera, y sé que el día que yo me muera de verdad, y no esas muertes de
mentis que llegan de dos en dos, podré entonces entrar. ¿Que no soy el rey ni
la reina, que mi único trono fueron las nubes en las que soñé y que con dinero
o sin dinero, las ideas sobrevivieron y los sueños su cauce de río a mares
bebieron de la realidad tirana su trozo de tierra, movieron el badajo y tañeron
nombres y apellidos tiernamente hasta desfallecer? ¿Quién se atrevería a
contradecir mi desdecir?
Sé muy bien que
estoy afuera de la circunferencia de tus brazos, sé que tus besos irán tan
paralelos a los míos que nuestros labios ya no se rozarán. Y no hay desilusión,
nunca la hubo, no existe cuando de nubes se respira, es un componente
inhabilitado, no es órgano del cuerpo de sirena, no es nota de este canto…
Re La Mi, da canto, que de tanto peinarse y peinarse, la aguja se ha formado con su punto de
cruz tras tu camisa rota, se ha colado por el hoyo rojo, ha franqueado un
temporal, ha besado la punta de tu herida. Está bordando. Viene la nube, y no
me bajo, no me bajo, y no me bajo, que se jodan los del mundo raro de allá
abajo, yo me quedo con mi costado mirando al mar de tu cielo a pedazos, del
amor a ratitos, de tu voz a sorbitos. Canto.
martes, 12 de febrero de 2013
Tras la noche, una noche más larga
Los
días se hacen eternos cuando la cosa se pone pesada, pero la noche, no es para
que sigan pasando sobre nosotros las cuitas cotidianas, si la luz ya se pagó,
la fila larga, ya pasó a ser un mal recuerdo, si el tráfico nos hizo llegar
tarde, si nos regañaron, engañaron o cualquier otra monserga, nos queda la
noche para acomodar cada ‘ñ’ en su lugar, la noche y su puntual obscuridad,
permiten que el día termine, es como el viernes de la semana laboral.
Fui
ruta de día, anochezco trazo, soy señal que va hacia tu boca, y va desbocada.
Qué ironía.
Y
la noche también pareciera tener que salir de su rutina, una que va más allá de
la cena y el cuento de la noche, del piojito y la almohada. La noche se puede
prolongar gracias a los libros que se leen, a las pelis que se rentan, a las
cenas con amigos, a las charlas con la pareja o los hijos, a las sábanas
ondeantes, al insomnio convertido en verso; tras la noche, una noche más larga
nos valida la vida y nos sacude el piso, nos impregna de razones para el día
siguiente.
Llegas
de noche, puntual, Ardor, a consumirme, soy tienda abierta, y tú sabes mi
precio.
Las
noches de Xalapa, aquellas que parecen tan lejanas, en las que podías ir de La Tasca a la Ermita,
de la Ermita al Tierra Luna, del Tierra Luna al Refugio, a la Tavola, a la
Chiva, y hasta terminar en Barlovento o en el Massiossare bailando hasta el
amanecer, esas noches, ya no son posibles, se nos han llenado de miedo, y en
este mal negocio, todos hemos perdido. El insomnio es lo que nos queda para
llenar la noche que viene tras la noche misma.
Insomne,
el Ardor incólume, te nombra, me duermo mía, me duermo boca, amanezco marina y
tan tuya.
Y
en esta nueva historia que se nos ha impuesto, habrá que medir los caldos del
ánimo, y sacar, preciso y hasta por la fuerza, el ímpetu y el frenesí necesarios
para emprender nuevas formas de convivencia, así sean pijamadas, habrá que
hacer entre todos las soluciones para no perder nuestras noches, ver cómo hacer
para que músicos y teatreros, y demás trabajadores nocturnos, no se queden sin
ingresos.
La
noche es nuestra, y hay que recuperarla.
El
Ardor, ha dicho de la noche, que la noche es para que todos la beban y la
incendien, jura que la noche quita la sed… y calma la comezón.
viernes, 8 de febrero de 2013
La Soltería, el estado mayor.
Para
entrar al estado soltero, no hay más que poseerse de los quince años, para
salir del estado, hacerle caso al vecino y ya se armó. Hay quien deja de serlo
para no serlo nunca más, hay los que hemos sido solteros en diferentes puntos
de la vida. No es lo mismo ser soltero a los veinte de primera vuelta que a los
cuarenta de segunda o tercera vuelta. También hay el soltero casado, que en su
estado matrimonial se da respiros urgentes de soltería a los que me contaron, les llaman deslices.
A
la soltería se llega por voluntad o por encargo, por viudez o por urgencia pero
siempre es un estado hacia el interior, con anillo o sin él, uno a veces se
siente ligado al ente, al objeto de tortura personal, sin importar que diga el
maldito papel ni el objeto de tortura.
La
soltería se ve de fuera con envidia y soslayo al mismo tiempo. Las amigas de la
casada temen un poco a la que queda suelta y no saben cómo acomodarla en las
mesas de fiesta que son número par, para diez, o sea cinco parejas, ¿qué
hacemos con Mengana tan soltera? Al traste pues la soltería le da a ciertas
relaciones, a otras en cambio las invita, los amigos del marido que la han
visto desde lo obscurito con un poco de furor, una vez anunciada la soltería se
anuncian como galanes servidores. Ésta última parte, no es tan linda pero
supongo que puede ser al revés, que el que queda suelto vaya en pos del objeto
del deseo divisado desde el umbral conyugal.
Como
lo vean de fuera, como alguien que ha perdido, fracasado, o desaprovechado, o
quizá como alguien suertudo que se da la vida de caza nova que todo casado
envida, no importa, la soltería es un estado que se vive en etapas y que cada
quien vive diferente. Para mí, el soltero está: explorando el menú; entendiendo
qué le gusta; esperando al indicado si acaso ya tuvo la suerte de matar al
príncipe azul (y los hombres a la mujer cool), que de otra forma cada cual está
esperando eso que no existe; está descubriendo entre vueltas al estado mayor
cómo es con y sin pareja, y cómo se gusta; enfrenta al mundo con sus ideas sin
que alguien se las rebata lo cual amplía el margen de error.
La
gran mayoría de los solteros en el fondo espera que llegue alguien que los
desacomode de su pensar en dedo y los coloque en la rueda de la fortuna de
pensar en par. Pero hay los solteros de ultranza que en mujer aseguran que no hay
hombre que valga la pena y van a las fiestas a hacer babear con su
disponibilidad que no ofertan, sea chiquito o sea grande, le hacen el fuchi. En
hombre, este soltero a ultranza, como un erizo en la carretera le grita a la
menor de las luces que no quiere compromisos mientras una vieja cabrona se los
gana subrepticiamente, metiéndolos al ruedo conyugal enojados y maltrechos. La
realidad que se niega o se quiere controlar, va a morder, sea soltero, casado o
arrejuntado.
Cuidado,
dicen los muertos que nos hablan desde el otro mundo, cuidado con la soltería
mal llevada, que la vejez entra por las heridas abiertas, el estar solo, cuando
es un receso del amor y lleva dolor, hay
que darle su tiempo, su espacio, en el ínter, llegará alguien a desgarrar las
cadenas impuestas si lo hacemos con decoro.
La
soltería es un estado mayor que llevo con la alegría de poder convivir con más
personas y volver a pactar con mi universo para dejar entrar a mi corazón
nuevos cariños, si el estado no se rompe para compartir momentos con un buen
tipo que me cuadre, el estado se quedará para dejar abierta mi alma y mi casa a
enteras fiestas de solteros. Luego de tanto llorar y de tanta soledad al cuadrado,
al fin logré que el amor sea parte de mi vida y no mi vida entera, ha sido un
descanso, un atino, y ahora, un camino.
Larga
vida a la soltería.
lunes, 4 de febrero de 2013
Te cambio un real...
Escondido
tras tu propia apariencia, aterrorizado, proteges tu trozo de verdad.
Eres la
ilusión de ti mismo, te niegas sin embargo a tu apariencia, también te niegas a
tu vacío.
Lo
mismo con tus secretos, te niegas.
Negado
o asumido, ¿por qué he de conformar a mi deseo con lo que quieres darme?
Te
bebo. De hidalgo.
Para
beberte, me basta con la luz que irradian tus verdades y tus secretos.
Y mi
propia ilusión sobrevive incluso a tus destellos.
Y hasta
eso, no sé si soportaría tu transparencia.
Ésa
verdad, tan puta ella, se desnuda.
Siempre
quiere desnudarse.
Puesta,
bien puesta, dispuesta, erótica o semiótica, radical o idiota, estoica,
estrambótica… y ciertas noches, cuando de suerte estoy, alcohólica.
Tu
verdad, desnuda y alcohólica. Mía.
Sin la
anuencia de tu voluntad en juego, ella, la verdad ésa, comienza su striptease.
Tu verdad,
tu color y transparencia, tu mentira y tu disfraz, tu lo que dices y lo que te
guardas, tu locura y sensatez, siempre, todas ellas cogiéndose las unas a las
otras.
La
orgía de nuestros yos ilustrados, de nuestras sombras y nuestros muertos,
fantasmas y vivos, lamiéndose entre las líneas de nuestro texto sentido.
Y dejo
de soñarte para hacerte real. Me urjo a reparar en sitio y párrafo, en confesión
y poema.
Una vez
real, ante mis propios ojos, te esfumas.
Te
vuelcas ilusión, y ante la inconclusión de mi propio mundo, universo perverso
en medio de tanta penuria tuya y mía… me
prefiero arrebatada por un beso tuyo.
Te
cambio un real por tu doble imaginario.
viernes, 1 de febrero de 2013
Y de antemano, llorarlo todo.
La
debilidad que lloro hoy, tiene nombre propio, con mayúscula se estaciona en mis
labios, y lo digo una y otra vez, tuya, tuya, tuya. Amanezco sedienta y con el
estómago del lado contrario a mi cuerpo, se niega a regresar, lo fuerzo
volcándome sobre la taza del baño, y entonces, veo que no estás conmigo, mi
cama, vacía. Estoy sola de nuevo. ¿De nuevo?, pero si nunca fuiste mío, mía fue
la negación a enredarte en mis brazos.
Fui yo,
quien la noche entera, como en un aquelarre, caminé desnuda sobre tu cuerpo de animal
herido, olisqueé tus labios a cada distracción. En la persecución de tus anotaciones,
escuché un susurro. Conforme las palabras hirientes fueron llegando, y la noche
entonó su negro celestial, fui aclarando el sonido de la voz que me aclamaba. Tu
herida me dijo, bébeme. Me la bebí.
Despierto
sin boca, sin lengua, con la mitad del cuerpo en mi contra, pego un brinco, voy
al baño como si algo pudiera encontrar en él que me ayudara a ser yo de nuevo,
entera, enterarme. Me miro al espejo, me sangra un pezón, los hombros, el
cuello y los pechos, moteados en amarillos y morados, me bebí tu herida de un
hidalgo. Ahora lo recuerdo, viene el refrendo de tus labios sobre los míos,
intenté hacer a un lado tu dolor, lo bebí para tenerlo todo yo, para que
pudieras besarme sin estorbos ni vacilación, para que al fin bailaras sobre mí
cuerpo ardiendo sobre las brasas de tu herida, y me dijeras, toma mami, tómame
todo, pero te di el soy tuya mientras no me bebías, me di desnuda y frágil, ardiente
y envolvente y tú, tú no aterrizaste…
Lloré la
madrugada como contratada de plañidera, lloré de antemano, el estallido de la
torre Pemex, la muerte de Bonifaz Nuño, lloré de lleno, y bajo el espectro de
la cruda moral que da ser abandonada en la madrugada sin abrazo, sin amor… no
logro acomodar la retahíla de acontecimientos sin temblar de arriba abajo, y la
gente, tan campante, corre a sus trabajos, mira su celular, se apoltrona. La zona
de confort para mí, ya no existe, llevo en las plantas de los pies la huella de
andar sobre las brasas de tu cuerpo de animal herido…
¿O daré odio?, ése drama. Ve. Anímala.
Herido. ¿O diré?: ¿ha?, ¿lamí?, ¿nave? Amar deseo. ¡Ido, era “do”!
miércoles, 30 de enero de 2013
Amarata...
Amar ata. Y desata una serie de descompuestos. El
amor al ente, el encuentro con nuestro objeto de tortura personal hace que la
infancia, complejos, facturas pendientes y demás descompuestos, desaten los
demonios. El amor ata, echa bala, hiere, da un hambre de la chingada de todo lo
que habíamos olvidado, es yedra, musa, y a la vez, puede ser miseria mientas
enriquece nuestro derredor.
Amar ata. Y llena la canasta básica. Podemos ver
los rostros en la calle y saber a primera vista quién trae la canasta llenita y
a quien hace un rato que se le ha quedado sin nadita para su hambrita.
Amar ata y besa. Los besos se imprimen en la piel
y son la canasta básica. Unos cuantos besos se da uno mientras el recuerdo de éstos
pareciera eterno. A veces sirve más el mero recuerdo de un beso dado entre la
timidez y la furia que el millar de besos olvidados.
Imprimir en nosotros una buena imagen puede dejar
muchos frutos, así si los hijos viven una linda familia, una casa limpia, una
comida humeante, amorosa, surtida y sabrosa, un diálogo cálido y nutrido, quizá
así, podemos tener la esperanza de que irán en su vida adulta en pos de aquello
que se les quedó impreso. De lengua nos comemos una orden de tacos, pero el
ejemplo es la neta. Y no importa si lo que nos dimos fue un instante, un
instante, es un instante eterno cuando de amor se trata.
Toma un beso de eso que te dio poseso en una
obscura noche, en una despedida, suéñalo diario, hasta que se deslave o hasta
que lleguen nuevos besos, y con eso, sal a tu ciudad, a tu trabajo, a tu
cotidiano, y escucha las campanas de quien quiere todo, de quien llena su
canasta básica con algo más que ilusiones en un pobre país que va al no se
sabe.
Y si el hambre de tu vida está pensando en ostra
que no seas tú, llena tu canasta de besos imaginarios, bébelos en noche de luna
y deja que tu cuerpo se imprima de ilusiones en lo que llega otra hambre que te
piense como entrada, platillo fuerte y postre. Y te lo digo a ti para ver si
así me lo oigo a mí. Como un palíndromo.
Ave
sería la yedra. Amar ata. Moriré ha ¿Yo?, ¿herir o matar? Ama.
Amar
ata. Moriré hoy a herir o matar… ama, arde, y al aire se va.
sábado, 26 de enero de 2013
¡Ea Calle!, ella cae…
(Universo en el que todo lo que va, viene de
regreso…) Por Mercedes Boullosa (La Bullo)
Con
el amanecer de pólvora, intento tomar mi rutina con la mayor filosofía. Me
pregunto a cada paso, si los demás viven en su cotidiano o como yo, sueñan por
las noches con una ciudad del deseo. Cuando voy de ida a dejar gente a la
escuela, la charla distrae mis explosiones, me saca de la calle misma, el auto
se convierte en una cabina de buena charla. Pero cuando voy de vuelta a casa, o
rumbo a la oficina, me cae la navegación nocturna como un balde de agua helada.
El insomnio, hace conmigo un barco a la deriva, puedo ser ola que golpea las
piedras, o nube que espera la forma de su amado para luego desvanecerse. Y me
tocan el claxon como si yo siguiera en las nubes. Veía pasar a una pareja
agarrada de la mano sí, pero cada cual parecía traer en la frente un distinto
mensaje, él tenía cara de “se me olvidó
de nuevo el recibo de luz, carajo Mirna me va a matar”, y ella (mi supuesta
Mirna) tenía cara de “¿qué onda con la
dieta?, la he hecho bien, pero seguro no he bajado, estos pantalones todavía me
aprietan”. Y pensé, qué pena, tan tomados de la mano, y tan tomados de
pelo. ¿Será que yo llevo un grano de arroz en la frente?, como aquella historia
que contaba Ruy Sánchez, un grano de arroz que representa un falo mágico y
diminuto del dios Shiva, una imagen que recuerda el momento en el que un
corazón fue tocado por dentro. Será. Pero una vez más, caigo en el vado de la
esquina de mi casa y recuerdo que además de todo, llevo prisa, hay un horario
que cumplir y tareas que entregar, en ese momento, entiendo que el hombre de
Mirna, sólo tiene la mano para dar, su mente, obligada a moverse en otro lado.
Esta vida de prisa, no da espacio para los besos despacio, para tomar con calma
los despertares de pólvora. Estallo,
callo para tomar la vida y llevármela de calle en sueños y delirios.
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