martes, 12 de febrero de 2013

Tras la noche, una noche más larga


Los días se hacen eternos cuando la cosa se pone pesada, pero la noche, no es para que sigan pasando sobre nosotros las cuitas cotidianas, si la luz ya se pagó, la fila larga, ya pasó a ser un mal recuerdo, si el tráfico nos hizo llegar tarde, si nos regañaron, engañaron o cualquier otra monserga, nos queda la noche para acomodar cada ‘ñ’ en su lugar, la noche y su puntual obscuridad, permiten que el día termine, es como el viernes de la semana laboral.
Fui ruta de día, anochezco trazo, soy señal que va hacia tu boca, y va desbocada. Qué ironía.
Y la noche también pareciera tener que salir de su rutina, una que va más allá de la cena y el cuento de la noche, del piojito y la almohada. La noche se puede prolongar gracias a los libros que se leen, a las pelis que se rentan, a las cenas con amigos, a las charlas con la pareja o los hijos, a las sábanas ondeantes, al insomnio convertido en verso; tras la noche, una noche más larga nos valida la vida y nos sacude el piso, nos impregna de razones para el día siguiente.
Llegas de noche, puntual, Ardor, a consumirme, soy tienda abierta, y tú sabes mi precio.
Las noches de Xalapa, aquellas que parecen tan lejanas,  en las que podías ir de La Tasca a la Ermita, de la Ermita al Tierra Luna, del Tierra Luna al Refugio, a la Tavola, a la Chiva, y hasta terminar en Barlovento o en el Massiossare bailando hasta el amanecer, esas noches, ya no son posibles, se nos han llenado de miedo, y en este mal negocio, todos hemos perdido. El insomnio es lo que nos queda para llenar la noche que viene tras la noche misma.
Insomne, el Ardor incólume, te nombra, me duermo mía, me duermo boca, amanezco marina y tan tuya.
Y en esta nueva historia que se nos ha impuesto, habrá que medir los caldos del ánimo, y sacar, preciso y hasta por la fuerza, el ímpetu y el frenesí necesarios para emprender nuevas formas de convivencia, así sean pijamadas, habrá que hacer entre todos las soluciones para no perder nuestras noches, ver cómo hacer para que músicos y teatreros, y demás trabajadores nocturnos, no se queden sin ingresos.
La noche es nuestra, y hay que recuperarla.
El Ardor, ha dicho de la noche, que la noche es para que todos la beban y la incendien, jura que la noche quita la sed… y calma la comezón.


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