Los
días se hacen eternos cuando la cosa se pone pesada, pero la noche, no es para
que sigan pasando sobre nosotros las cuitas cotidianas, si la luz ya se pagó,
la fila larga, ya pasó a ser un mal recuerdo, si el tráfico nos hizo llegar
tarde, si nos regañaron, engañaron o cualquier otra monserga, nos queda la
noche para acomodar cada ‘ñ’ en su lugar, la noche y su puntual obscuridad,
permiten que el día termine, es como el viernes de la semana laboral.
Fui
ruta de día, anochezco trazo, soy señal que va hacia tu boca, y va desbocada.
Qué ironía.
Y
la noche también pareciera tener que salir de su rutina, una que va más allá de
la cena y el cuento de la noche, del piojito y la almohada. La noche se puede
prolongar gracias a los libros que se leen, a las pelis que se rentan, a las
cenas con amigos, a las charlas con la pareja o los hijos, a las sábanas
ondeantes, al insomnio convertido en verso; tras la noche, una noche más larga
nos valida la vida y nos sacude el piso, nos impregna de razones para el día
siguiente.
Llegas
de noche, puntual, Ardor, a consumirme, soy tienda abierta, y tú sabes mi
precio.
Las
noches de Xalapa, aquellas que parecen tan lejanas, en las que podías ir de La Tasca a la Ermita,
de la Ermita al Tierra Luna, del Tierra Luna al Refugio, a la Tavola, a la
Chiva, y hasta terminar en Barlovento o en el Massiossare bailando hasta el
amanecer, esas noches, ya no son posibles, se nos han llenado de miedo, y en
este mal negocio, todos hemos perdido. El insomnio es lo que nos queda para
llenar la noche que viene tras la noche misma.
Insomne,
el Ardor incólume, te nombra, me duermo mía, me duermo boca, amanezco marina y
tan tuya.
Y
en esta nueva historia que se nos ha impuesto, habrá que medir los caldos del
ánimo, y sacar, preciso y hasta por la fuerza, el ímpetu y el frenesí necesarios
para emprender nuevas formas de convivencia, así sean pijamadas, habrá que
hacer entre todos las soluciones para no perder nuestras noches, ver cómo hacer
para que músicos y teatreros, y demás trabajadores nocturnos, no se queden sin
ingresos.
La
noche es nuestra, y hay que recuperarla.
El
Ardor, ha dicho de la noche, que la noche es para que todos la beban y la
incendien, jura que la noche quita la sed… y calma la comezón.
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