Sé muy bien que estoy
afuera. Entre las nubes habitan mis deseos, y si mis ideas y materias primas
deambulan por el piso del departamento, mis anhelos vuelan bajo un gris eterno
de tardes de domingo. Me comprometo al reverso de mi cotidiano. Y todo me da
una comezón incontenible.
Fuera del
patrón, todo es camino de costura. Tomo mi aguja, desembarco de la vida que
tenía, que ya no regresará, principalmente porque no hay boleto de regreso. De llegar
al paraíso de la torre mayor, ¿quién quiere ir de vuelta al infierno? Y sin
embargo, me veo entre las costuras de un cielo sin bóveda celeste, un cielo
raso, un cielo rojo, un cielo roto, ése cielo que eres tú para mí.
Intento huir con
algunos brazos cálidos que me dicen ven, ven, ven, y a pesar de aceptar el
refugio, mi aguja se niega a ensartar el punto, se desentiende de su carrete, y
llamo al gato a jugar con los enredos de esa negación que es una afirmación
insoportable. Te deseo. Te quiero. Te anhelo. Pero no estoy contigo, ni
conmigo.
Sé muy bien que
estoy afuera, tocando una puerta imaginaria, el piso de tu nube gris, el hombro
dislocado, la boca callada, las palabras nocturnas, y de tanto tocar, contesta
tu sombra.
Sé muy bien que
estoy afuera, y sé que el día que yo me muera de verdad, y no esas muertes de
mentis que llegan de dos en dos, podré entonces entrar. ¿Que no soy el rey ni
la reina, que mi único trono fueron las nubes en las que soñé y que con dinero
o sin dinero, las ideas sobrevivieron y los sueños su cauce de río a mares
bebieron de la realidad tirana su trozo de tierra, movieron el badajo y tañeron
nombres y apellidos tiernamente hasta desfallecer? ¿Quién se atrevería a
contradecir mi desdecir?
Sé muy bien que
estoy afuera de la circunferencia de tus brazos, sé que tus besos irán tan
paralelos a los míos que nuestros labios ya no se rozarán. Y no hay desilusión,
nunca la hubo, no existe cuando de nubes se respira, es un componente
inhabilitado, no es órgano del cuerpo de sirena, no es nota de este canto…
Re La Mi, da canto, que de tanto peinarse y peinarse, la aguja se ha formado con su punto de
cruz tras tu camisa rota, se ha colado por el hoyo rojo, ha franqueado un
temporal, ha besado la punta de tu herida. Está bordando. Viene la nube, y no
me bajo, no me bajo, y no me bajo, que se jodan los del mundo raro de allá
abajo, yo me quedo con mi costado mirando al mar de tu cielo a pedazos, del
amor a ratitos, de tu voz a sorbitos. Canto.
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