martes, 26 de febrero de 2013

Ojos en las cortinas... cerradas.

Me voy del mundo como quien va a la tiendita, de escapada. Cierro las cortinas, detengo el día y sus malditos horarios. Me hundo en mis sábanas buscando rastros de rocío del sudor que te limpié con las manos. Me asaltan los ojos de las cortinas corridas. Soy un naufragio, con sus pérdidas y tesoros enterrados. Doblones de oro derramado. Este derribo, este cielo en la voz que canta sueños como si frases cortas. Este recordarnos como suerte regalada ¿Y a dónde escapar? Ya no hay tierras vírgenes, ya no hay solares baldíos sin barda, sin dueño, todo lo que tenemos es una hora robada, la bala de la prisa para desnudarnos. Y la playa como una promesa que no llega. Y nuestras manos que se enlazan debajo de la mesa, a resguardo de los otros. Nuestras manos que se abrazan, incluso sin alcanzarse. Sin tocarnos, tan tocados el uno por el otro. Y tu sumaria cantaleta de desilusión. En medio de un nosotros, el naranja de los amaneceres, el ámbar de la tarde, el puto verde limón de tu corazón contrito. Y la llama de mi todo por nada.
Me desconozco.
La vida se me ha pintado de colores, los brazos se me despegan del cuerpo, y me desnudo pero nadie entiende, soy ésta y otra, soy dos y soy un millar de otras, soy tantas, soy estas piernas que se abren como corazón.
Me desconsuelo.
La realidad sin cocinar, sin merodeo, recién sacada del mar, arrecia en cada encuentro, llegas, como nube, cada segundo entre tú y yo, se mueve, se transforma, se agita, desarrolla su story board que somos incapaces de representar, cada instante, sentido y vívido, se niega a  repetirse. Y te vas en mi humedad, te vas, te corres… no me puedo vestir de sueños cuando estás entre mis piernas, la contundencia de tu piel, tú exiges que te mire, y yo por más que quiero cerrar los ojos, te miro atravesándome como un barco con prisa, se me abre la piel, me pintas, una vez más, tus labios en cada rincón. Te limpio el sudor, me lo bebo, me desconsuela saber que otra vez, te irás bajo el auspicio de los ojos ,esos que nacen en las cortinas de mi recámara.
Los ojos de las cortinas cerradas, me miran sin miramientos. Desnuda, tatuada, y sola. Enamorada de un puto fantasma.

 

domingo, 17 de febrero de 2013

Ni olvido ni el último trago, nomás estoy afuera


Sé muy bien que estoy afuera. Entre las nubes habitan mis deseos, y si mis ideas y materias primas deambulan por el piso del departamento, mis anhelos vuelan bajo un gris eterno de tardes de domingo. Me comprometo al reverso de mi cotidiano. Y todo me da una comezón incontenible.
Fuera del patrón, todo es camino de costura. Tomo mi aguja, desembarco de la vida que tenía, que ya no regresará, principalmente porque no hay boleto de regreso. De llegar al paraíso de la torre mayor, ¿quién quiere ir de vuelta al infierno? Y sin embargo, me veo entre las costuras de un cielo sin bóveda celeste, un cielo raso, un cielo rojo, un cielo roto, ése cielo que eres tú para mí.
Intento huir con algunos brazos cálidos que me dicen ven, ven, ven, y a pesar de aceptar el refugio, mi aguja se niega a ensartar el punto, se desentiende de su carrete, y llamo al gato a jugar con los enredos de esa negación que es una afirmación insoportable. Te deseo. Te quiero. Te anhelo. Pero no estoy contigo, ni conmigo.
Sé muy bien que estoy afuera, tocando una puerta imaginaria, el piso de tu nube gris, el hombro dislocado, la boca callada, las palabras nocturnas, y de tanto tocar, contesta tu sombra.
Sé muy bien que estoy afuera, y sé que el día que yo me muera de verdad, y no esas muertes de mentis que llegan de dos en dos, podré entonces entrar. ¿Que no soy el rey ni la reina, que mi único trono fueron las nubes en las que soñé y que con dinero o sin dinero, las ideas sobrevivieron y los sueños su cauce de río a mares bebieron de la realidad tirana su trozo de tierra, movieron el badajo y tañeron nombres y apellidos tiernamente hasta desfallecer? ¿Quién se atrevería a contradecir mi desdecir?
Sé muy bien que estoy afuera de la circunferencia de tus brazos, sé que tus besos irán tan paralelos a los míos que nuestros labios ya no se rozarán. Y no hay desilusión, nunca la hubo, no existe cuando de nubes se respira, es un componente inhabilitado, no es órgano del cuerpo de sirena, no es nota de este canto…
Re La Mi, da canto, que de tanto peinarse y peinarse, la aguja se ha formado con su punto de cruz tras tu camisa rota, se ha colado por el hoyo rojo, ha franqueado un temporal, ha besado la punta de tu herida. Está bordando. Viene la nube, y no me bajo, no me bajo, y no me bajo, que se jodan los del mundo raro de allá abajo, yo me quedo con mi costado mirando al mar de tu cielo a pedazos, del amor a ratitos, de tu voz a sorbitos. Canto.

martes, 12 de febrero de 2013

Tras la noche, una noche más larga


Los días se hacen eternos cuando la cosa se pone pesada, pero la noche, no es para que sigan pasando sobre nosotros las cuitas cotidianas, si la luz ya se pagó, la fila larga, ya pasó a ser un mal recuerdo, si el tráfico nos hizo llegar tarde, si nos regañaron, engañaron o cualquier otra monserga, nos queda la noche para acomodar cada ‘ñ’ en su lugar, la noche y su puntual obscuridad, permiten que el día termine, es como el viernes de la semana laboral.
Fui ruta de día, anochezco trazo, soy señal que va hacia tu boca, y va desbocada. Qué ironía.
Y la noche también pareciera tener que salir de su rutina, una que va más allá de la cena y el cuento de la noche, del piojito y la almohada. La noche se puede prolongar gracias a los libros que se leen, a las pelis que se rentan, a las cenas con amigos, a las charlas con la pareja o los hijos, a las sábanas ondeantes, al insomnio convertido en verso; tras la noche, una noche más larga nos valida la vida y nos sacude el piso, nos impregna de razones para el día siguiente.
Llegas de noche, puntual, Ardor, a consumirme, soy tienda abierta, y tú sabes mi precio.
Las noches de Xalapa, aquellas que parecen tan lejanas,  en las que podías ir de La Tasca a la Ermita, de la Ermita al Tierra Luna, del Tierra Luna al Refugio, a la Tavola, a la Chiva, y hasta terminar en Barlovento o en el Massiossare bailando hasta el amanecer, esas noches, ya no son posibles, se nos han llenado de miedo, y en este mal negocio, todos hemos perdido. El insomnio es lo que nos queda para llenar la noche que viene tras la noche misma.
Insomne, el Ardor incólume, te nombra, me duermo mía, me duermo boca, amanezco marina y tan tuya.
Y en esta nueva historia que se nos ha impuesto, habrá que medir los caldos del ánimo, y sacar, preciso y hasta por la fuerza, el ímpetu y el frenesí necesarios para emprender nuevas formas de convivencia, así sean pijamadas, habrá que hacer entre todos las soluciones para no perder nuestras noches, ver cómo hacer para que músicos y teatreros, y demás trabajadores nocturnos, no se queden sin ingresos.
La noche es nuestra, y hay que recuperarla.
El Ardor, ha dicho de la noche, que la noche es para que todos la beban y la incendien, jura que la noche quita la sed… y calma la comezón.


viernes, 8 de febrero de 2013

La Soltería, el estado mayor.


Para entrar al estado soltero, no hay más que poseerse de los quince años, para salir del estado, hacerle caso al vecino y ya se armó. Hay quien deja de serlo para no serlo nunca más, hay los que hemos sido solteros en diferentes puntos de la vida. No es lo mismo ser soltero a los veinte de primera vuelta que a los cuarenta de segunda o tercera vuelta. También hay el soltero casado, que en su estado matrimonial se da respiros urgentes de soltería  a los que me contaron, les llaman deslices.

A la soltería se llega por voluntad o por encargo, por viudez o por urgencia pero siempre es un estado hacia el interior, con anillo o sin él, uno a veces se siente ligado al ente, al objeto de tortura personal, sin importar que diga el maldito papel ni el objeto de tortura.

La soltería se ve de fuera con envidia y soslayo al mismo tiempo. Las amigas de la casada temen un poco a la que queda suelta y no saben cómo acomodarla en las mesas de fiesta que son número par, para diez, o sea cinco parejas, ¿qué hacemos con Mengana tan soltera? Al traste pues la soltería le da a ciertas relaciones, a otras en cambio las invita, los amigos del marido que la han visto desde lo obscurito con un poco de furor, una vez anunciada la soltería se anuncian como galanes servidores. Ésta última parte, no es tan linda pero supongo que puede ser al revés, que el que queda suelto vaya en pos del objeto del deseo divisado desde el umbral conyugal.

Como lo vean de fuera, como alguien que ha perdido, fracasado, o desaprovechado, o quizá como alguien suertudo que se da la vida de caza nova que todo casado envida, no importa, la soltería es un estado que se vive en etapas y que cada quien vive diferente. Para mí, el soltero está: explorando el menú; entendiendo qué le gusta; esperando al indicado si acaso ya tuvo la suerte de matar al príncipe azul (y los hombres a la mujer cool), que de otra forma cada cual está esperando eso que no existe; está descubriendo entre vueltas al estado mayor cómo es con y sin pareja, y cómo se gusta; enfrenta al mundo con sus ideas sin que alguien se las rebata lo cual amplía el margen de error.


La gran mayoría de los solteros en el fondo espera que llegue alguien que los desacomode de su pensar en dedo y los coloque en la rueda de la fortuna de pensar en par. Pero hay los solteros de ultranza que en mujer aseguran que no hay hombre que valga la pena y van a las fiestas a hacer babear con su disponibilidad que no ofertan, sea chiquito o sea grande, le hacen el fuchi. En hombre, este soltero a ultranza, como un erizo en la carretera le grita a la menor de las luces que no quiere compromisos mientras una vieja cabrona se los gana subrepticiamente, metiéndolos al ruedo conyugal enojados y maltrechos. La realidad que se niega o se quiere controlar, va a morder, sea soltero, casado o arrejuntado.

Cuidado, dicen los muertos que nos hablan desde el otro mundo, cuidado con la soltería mal llevada, que la vejez entra por las heridas abiertas, el estar solo, cuando es un receso del amor y lleva dolor,  hay que darle su tiempo, su espacio, en el ínter, llegará alguien a desgarrar las cadenas impuestas si lo hacemos con decoro.

La soltería es un estado mayor que llevo con la alegría de poder convivir con más personas y volver a pactar con mi universo para dejar entrar a mi corazón nuevos cariños, si el estado no se rompe para compartir momentos con un buen tipo que me cuadre, el estado se quedará para dejar abierta mi alma y mi casa a enteras fiestas de solteros. Luego de tanto llorar y de tanta soledad al cuadrado, al fin logré que el amor sea parte de mi vida y no mi vida entera, ha sido un descanso, un atino, y ahora, un camino.

Larga vida a la soltería.


lunes, 4 de febrero de 2013

Te cambio un real...


Escondido tras tu propia apariencia, aterrorizado, proteges tu trozo de verdad.
Eres la ilusión de ti mismo, te niegas sin embargo a tu apariencia, también te niegas a tu vacío.
Lo mismo con tus secretos, te niegas.
Negado o asumido, ¿por qué he de conformar a mi deseo con lo que quieres darme?
Te bebo. De hidalgo.
Para beberte, me basta con la luz que irradian tus verdades y tus secretos.
Y mi propia ilusión sobrevive incluso a tus destellos.
Y hasta eso, no sé si soportaría tu transparencia.
Ésa verdad, tan puta ella, se desnuda.
Siempre quiere desnudarse.
Puesta, bien puesta, dispuesta, erótica o semiótica, radical o idiota, estoica, estrambótica… y ciertas noches, cuando de suerte estoy, alcohólica.
Tu verdad, desnuda y alcohólica. Mía.
Sin la anuencia de tu voluntad en juego, ella, la verdad ésa, comienza su striptease.
Tu verdad, tu color y transparencia, tu mentira y tu disfraz, tu lo que dices y lo que te guardas, tu locura y sensatez, siempre, todas ellas cogiéndose las unas a las otras.
La orgía de nuestros yos ilustrados, de nuestras sombras y nuestros muertos, fantasmas y vivos, lamiéndose entre las líneas de nuestro texto sentido.
Y dejo de soñarte para hacerte real. Me urjo a reparar en sitio y párrafo, en confesión y poema.
Una vez real, ante mis propios ojos, te esfumas.
Te vuelcas ilusión, y ante la inconclusión de mi propio mundo, universo perverso en medio de tanta penuria tuya y mía…  me prefiero arrebatada por un beso tuyo.
Te cambio un real por tu doble imaginario.


viernes, 1 de febrero de 2013

Y de antemano, llorarlo todo.


La debilidad que lloro hoy, tiene nombre propio, con mayúscula se estaciona en mis labios, y lo digo una y otra vez, tuya, tuya, tuya. Amanezco sedienta y con el estómago del lado contrario a mi cuerpo, se niega a regresar, lo fuerzo volcándome sobre la taza del baño, y entonces, veo que no estás conmigo, mi cama, vacía. Estoy sola de nuevo. ¿De nuevo?, pero si nunca fuiste mío, mía fue la negación a enredarte en mis brazos.
Fui yo, quien la noche entera, como en un aquelarre, caminé desnuda sobre tu cuerpo de animal herido, olisqueé tus labios a cada distracción. En la persecución de tus anotaciones, escuché un susurro. Conforme las palabras hirientes fueron llegando, y la noche entonó su negro celestial, fui aclarando el sonido de la voz que me aclamaba. Tu herida me dijo, bébeme. Me la bebí.
Despierto sin boca, sin lengua, con la mitad del cuerpo en mi contra, pego un brinco, voy al baño como si algo pudiera encontrar en él que me ayudara a ser yo de nuevo, entera, enterarme. Me miro al espejo, me sangra un pezón, los hombros, el cuello y los pechos, moteados en amarillos y morados, me bebí tu herida de un hidalgo. Ahora lo recuerdo, viene el refrendo de tus labios sobre los míos, intenté hacer a un lado tu dolor, lo bebí para tenerlo todo yo, para que pudieras besarme sin estorbos ni vacilación, para que al fin bailaras sobre mí cuerpo ardiendo sobre las brasas de tu herida, y me dijeras, toma mami, tómame todo, pero te di el soy tuya mientras no me bebías, me di desnuda y frágil, ardiente y envolvente y tú, tú no aterrizaste…
Lloré la madrugada como contratada de plañidera, lloré de antemano, el estallido de la torre Pemex, la muerte de Bonifaz Nuño, lloré de lleno, y bajo el espectro de la cruda moral que da ser abandonada en la madrugada sin abrazo, sin amor… no logro acomodar la retahíla de acontecimientos sin temblar de arriba abajo, y la gente, tan campante, corre a sus trabajos, mira su celular, se apoltrona. La zona de confort para mí, ya no existe, llevo en las plantas de los pies la huella de andar sobre las brasas de tu cuerpo de animal herido…

¿O daré odio?, ése drama. Ve. Anímala. Herido. ¿O diré?: ¿ha?, ¿lamí?, ¿nave? Amar deseo. ¡Ido, era “do”!