Me voy del mundo como quien va a la
tiendita, de escapada. Cierro las cortinas, detengo el día y sus malditos
horarios. Me hundo en mis sábanas buscando rastros de rocío del sudor que te
limpié con las manos. Me asaltan los ojos de las cortinas corridas. Soy un
naufragio, con sus pérdidas y tesoros enterrados. Doblones de oro derramado. Este
derribo, este cielo en la voz que canta sueños como si frases cortas. Este recordarnos
como suerte regalada ¿Y a dónde escapar? Ya no hay tierras vírgenes, ya no hay
solares baldíos sin barda, sin dueño, todo lo que tenemos es una hora robada,
la bala de la prisa para desnudarnos. Y la playa como una promesa que no llega.
Y nuestras manos que se enlazan debajo de la mesa, a resguardo de los otros.
Nuestras manos que se abrazan, incluso sin alcanzarse. Sin tocarnos, tan
tocados el uno por el otro. Y tu sumaria cantaleta de desilusión. En medio de
un nosotros, el naranja de los amaneceres, el ámbar de la tarde, el puto verde
limón de tu corazón contrito. Y la llama de mi todo por nada.
Me desconozco.
La vida se me ha pintado de colores,
los brazos se me despegan del cuerpo, y me desnudo pero nadie entiende, soy
ésta y otra, soy dos y soy un millar de otras, soy tantas, soy estas piernas
que se abren como corazón.
Me desconsuelo.
La realidad sin cocinar, sin merodeo,
recién sacada del mar, arrecia en cada encuentro, llegas, como nube, cada
segundo entre tú y yo, se mueve, se transforma, se agita, desarrolla su story board que somos incapaces de representar, cada instante, sentido y vívido, se niega a repetirse. Y te vas en mi
humedad, te vas, te corres… no me puedo vestir de sueños cuando estás entre mis
piernas, la contundencia de tu piel, tú exiges que te mire, y yo por más que
quiero cerrar los ojos, te miro atravesándome como un barco con prisa, se me
abre la piel, me pintas, una vez más, tus labios en cada rincón. Te limpio el
sudor, me lo bebo, me desconsuela saber que otra vez, te irás bajo el auspicio
de los ojos ,esos que nacen en las cortinas de mi recámara.
Los ojos de las cortinas
cerradas, me miran sin miramientos. Desnuda, tatuada, y sola. Enamorada de un
puto fantasma.