!y qué lástima!, entrar al Coatepec Mágico y toparse en el alto del tope con este par de tetas que te ofertan con la entrada al auto-hotel, francamente no es el tipo de magia que me atrae. ¿Será que soy vieja?, eso diría mi querido editor Toño, pero mano, discúlpame, no es por mojigata, no es por esteticista, es por pura lógica, hay imagenes que invaden, y ésta es una de ellas. ¿Dónde quedó el sueño de las casitas de teja, los árboles y los cafetos, ¿se los llevó la pasión de una hora? Ahora rentan cuartos y camas de motel por horas, carajo, ya ni el sueño de dormir con olor a tierra mojada y entrepiernado nos ha dejado esta prisa, esta locura, ahora para entrar en calentura, también se ocupa carro... quiero un beso de banqueta, de poste, de escondidas sin que la tía nos cache. Que se jodan los moteles, habría que hacernos el amor más despacio, llevarnos rato antes de vernos los paños menores, y antes de llegar a mayores, siquiera sabernos los pormenores.
el tiempo pasa, este blog está dedicado a sus horas con minutos, a sus momentos con detalles, pelos y señales
miércoles, 24 de junio de 2009
Definitivamente, no está pensando en el qué dirán
... si no en el qué diré. Marla es mi nueva compañera radial, en el Triángulo de las no mudas, (Jahaciel a todo dar sigue de Máscara y hasta que me soporte) y estoy feliz de recrear un rebote inteligente en cabina, a uno, le debieran siempre de permitir elegir su compañero de escena. Finalmente, el escenario suele tratar asuntos tan delicados como los que se tratan en las cortes superiores y en los catres más arrabaleros. Salir a foco, es un acto íntimo. Se la pasa uno rozándose, y a veces rosándose. No haré más comentarios, no sea que digan que ya dije lo que estoy pensando que no dije, porque dije de lo que no dije, y me pidan cuentas de lo que hasta hoy quiero contar, y no sé cuándo me van a dejar hablar.
con el qué dirán, vamos todos...
Lunáticos extravían el qué dirán. Hay que ser algo distraído, muy creativo y estar muy ocupado, para poder vivir alejado del qué dirán. Los peores clientes del qué dirán son por ello precisamente, los lunáticos, los que deambulan por cráteres lunares ajenos a comunes y vulgares baches. El qué dirán en su debida medida, es una herramienta que la sociedad nos brinda para estar alerta de posibles puñaladas traperas, cesantías laborales, abandonos, desamor en puerta, enojos y otros asuntos de delicada procedencia. Albricias, si el río suena, agua trae. El qué dirán llevado a la exacerbación de la paranoia personal puede dejar huellas indelebles en nuestra personalidad y arrinconarnos a los más obscuros rincones de la estupidez. Hasta lo más negro del panorama está el que vive de tan sujeto al qué dirán, que no duerme tranquilo, y del lado más blanco, el filósofo pacheco al que le importa tan poco el qué dirán que habita un mundo ajeno, original y muy personal, pero un tanto desencajado al resto del mundo. Pero en medio de este blanco y de este negro, no está el equilibrio ni los matices del gris que suele haber entre el blanco y el negro, en este en medio, habitan los cínicos, los que se aprovechan de las estadísticas y se apropian de los medios para utilizarlos con fines, non santos. La medida justa, la cucharada médica y prescrita con toda responsabilidad, es la que dicta una conciencia, no adolescente, algo experimentada que no ha caído a los confines obscuros de la depravación de la paranoia y la desolación. La medida injusta de quienes usan el qué dirán para su propio beneficio está basada en la desfachatez. La medida para juzgar a los demás, no creo que pueda ser la misma que quiero para mí, mentira eso de ‘ponte en sus zapatos’, usa tu cabeza y no te dejes convencer de barbaridades, aunque aparezcan en todos los medios, a todas horas, atente a tu propio juicio, sin dejar de estar pendiente de lo que se dice. La energía que decidas dejar de emplear en la nefanda preocupación de lo que se dice o no se dice de tu persona, ocúpala en darte mantenimiento, y no me refiero a aquél empleado en cortarse uñas y rasurarse, si no a aquél que alimenta nuestro intelecto y espíritu, meditar está bien, leer es aún mejor. De casquivanas está lleno el paraíso, me atrevo a asegurar, en cambio, no lo digo yo, lo dice uno de tantos dichos populares, dichos basados en la neta del planeta, el infierno está plagado de bien intencionados. Deja ya de andarte preocupando por lo que dicen de ti, y cuida que tu boca no se ande regodeando de adjetivos hacia los demás. En el chicle, punto y coma, sin creer todo lo que se dice, la Pior.
jueves, 18 de junio de 2009
aroma Jardines de California
Ayer hablaba de la desilusión y vino a mi mente este poema de mi serie suicidio a punta de Galletas Marías... interesados en lavarse el puñal o recaudar lavazas de la curación... comunicarse conmigo para adquirir la serie completa, este libro, no se vende en librerías.
Llegas, tarde que temprano, llegas
Aroma Jardines de California
Qué congoja estar con ese nuevo tú
Y tus besos de misericordia...
Aroma Jardines de California
Qué congoja estar con ese nuevo tú
Y tus besos de misericordia...
martes, 16 de junio de 2009
exterminio...
pero sé que este fuego
Se exterminó,
Se exterminó,
aunque vayas, con tu dolor, rehaciendo el juego
Cada que te acercas, o te agitas, es claro,
Cada que te acercas, o te agitas, es claro,
sale fuego de mis brasas
Pero muy pronto, no habrá más leños que quemar,
Pero muy pronto, no habrá más leños que quemar,
todo cenizas
En la oscuridad y el frío de la chimenea apagada,
En la oscuridad y el frío de la chimenea apagada,
tendré que salir
El calor lo traes tú por dentro,
El calor lo traes tú por dentro,
¿no te das cuenta que me voy a morir?
Quedan las brasas de nuestro amor,
Quedan las brasas de nuestro amor,
hubo fuego, demasiado juego
Perdimos de vista que tanta leña, a palo seco,
Perdimos de vista que tanta leña, a palo seco,
acabaría por acabarnos
Vivir era el lema, sentir, la vocación,
Vivir era el lema, sentir, la vocación,
resultado: exterminarnos
Ahora, en la penumbra te reconozco,
Ahora, en la penumbra te reconozco,
y me desconozco, me ahogo
En la retorcida física del amor abrasivo,
En la retorcida física del amor abrasivo,
apenas una flamita incendió,
A pesar de mi poquedad,
A pesar de mi poquedad,
sigo en la búsqueda de la otredad
El frío del acabose me acecha,
El frío del acabose me acecha,
con este cuerpo conyugal
De pies fríos, manos heladas,
De pies fríos, manos heladas,
corazón ardiente, chimenea perenne
Se me han terminado los leños,
Se me han terminado los leños,
no hay otro mueble que quemar
Podría jugar el juego que nos falta,
Podría jugar el juego que nos falta,
el de la falsedad
El silencio, el eco de la chimenea vacía,
El silencio, el eco de la chimenea vacía,
una mirada frugal
Ojos fríos, manos quietas, corazón
Ojos fríos, manos quietas, corazón
¿podrás aún quererme?
Entenderme sin la razón a cuestas,
Entenderme sin la razón a cuestas,
sólo encenderme
¿Crear una brasa sin riesgo a mojarse?
¿Con tanta humedad que ocupan los besos?
Ni quedándome sin sesos esto vuelve a encenderse
Quedan las brasas y de ellas me doy calor,
¿Crear una brasa sin riesgo a mojarse?
¿Con tanta humedad que ocupan los besos?
Ni quedándome sin sesos esto vuelve a encenderse
Quedan las brasas y de ellas me doy calor,
pero sé que este fuego
Se exterminó, aunque vayas, con tu dolor,
Se exterminó, aunque vayas, con tu dolor,
rehaciendo el juego
Entiéndelo amor, este amor, ya se acabó,
Entiéndelo amor, este amor, ya se acabó,
el fuego se apagó.
domingo, 7 de junio de 2009
el rap de mis hombres...
El primero de mis hombres, me abrazó,
nunca tuve el tiempo de saber cuánto abarcó,
pues se murió;
el segundo de mis hombres, me destrozó,
aquella tarde, nada de rehacerme,
pues me dejó;
alegando que a su padre, mi culo le agradó, y que el hijo que iba a darme,
cara de dos padres habría de llevar, desconfió;
el tercero de mis hombres, arribó con carta de recomendación,
era talentoso y bien parecido, pero claro, tampoco tuve el tiempo de saber cuánto, cuánto, pues también se murió,
una bala perdida en un hospital me lo entregó, a nadie más le he vuelto a rezar tanto,
pues de tanto en tanto, Dios, no me escuchó,
y también se lo llevó.
Seguí mi camino, de hombre en hombre, sin número ni espacio,
pensando, que la tercera había sido la vencida,
y de ahora en adelante todo sería huída,
mejor mía, para no indagar si era yo la viuda negra, o el preludio de la despedida;
hasta que llegó, el digamos, cuarto de mis hombres, con el currículo de añil,
hijo de albañil, contador de profesión,
nalgas sin mención, portafolio de piel, labia de miel, cejas de árabe, humor grave,
ése, me enseñó a cocer a máquina, a planchar sus camisas,
me compró una estufa como quien cocina
para no comer más en las fondas de la esquina,
me presentó a su familia, y desde ahí debí de haber sospechado
el futuro que me deparaba cuando después de dormir en el cuarto de su hermana,
al día siguiente cien mil enchiladas volaron sobre el comal para alimentarnos,
a mí, a él y a tanta gente que no podía, con todo y mi buena memoria, aprender los nombres; entre sueños, dopada o atolondrada a la boda le pusimos fecha, de ahí llegaron los hijos, a la orilla del río Pánuco, tres chiquillos robustos y sanos amamanté, un día cansada de lavar ropa, ir a la universidad, y recibir tratos de segundo plato, le rasgué la camisa, y le dije adiós para siempre, esa noche los amigos llegaron a poner el hombro, ¡y hombre!, que hicimos fiesta, con bombones en la chimenea, y vino tinto para olvidar lo que habría de olvidarse, al poco rato, mis zapatos rotos, me recordaban que mi soledad era total, de vez en vez, en mi cama había visita y fiesta, ya para el quinto año de luto, en un antro de mala muerte, donde era empleada de quinta, llegó un hombre que traía una tristeza de primera, solté mi mejor carta, la de mi sonrisa que la vida me dibujo en este rostro que parece no conocer el desconsuelo, hice trampa desde el principio, lo invité a cenar ravioles al pesto, barnicé todas las fallas, para que esa noche ni las siguientes, cesara el temblor de este mi terreno sinuoso. Se trepó al carro de mi montaña rusa como una invitación a la tierra fantástica, y pronto ya subíamos y bajábamos, a la velocidad del trueno, una vez que paramos en la taquilla, su alma de suicida pidió el aquí y más, y aquí seguimos, cargando el tren del doble o nada, con seis hijos que juntamos entre los suyos, los míos y la nuestra, hagan cuentas, yo doblé la apuesta, pero el triplicó la deuda. A todos los he amado, a todos los sigo amando, unos me abrazaron, otros me engañaron, otros me rompieron, otros desconfiaron, otros, me dieron más de lo que les di, a otros le di todo lo que tenía, pero sólo con uno, me ha pasado todo y el más, sólo con uno gané la apuesta, el abrazo, y la independencia, el engaño, y la cruel verdad, la ruptura y la reconciliación, la soledad y la compañía, el proyecto, y el fracaso, el amor y el más que amor, los hijos, con la alegría y las desgracias. Sólo con uno, el único que se quedó para ver los resultados de la quiniela, el único que no se amedrentó al conocer mi verdadera sonrisa, la de la montaña rusa, la de la mona nada lisa, que sube al Machupichu, y desciende al averno, así, en fracción de segundos; el único que ha soportado la ráfaga de mis mareas mensuales, mis deudas en canales, mi despertares lentos y bruñidos, mis arranques de Tsunami, mis insomnios, y mis mañas, miles. El único, que no habría llegado a ser ni el platillo de la entrada de no haberme echado la botana de mis otros hombres, el único, plato fuerte de mi vida, el que me llena para no pedir más postre, el que me emborracha y me da cruda, el que me soporta, y me tumba, el único, que se quedó a vivir los resultados de este destino incierto pero cierto.
nunca tuve el tiempo de saber cuánto abarcó,
pues se murió;
el segundo de mis hombres, me destrozó,
aquella tarde, nada de rehacerme,
pues me dejó;
alegando que a su padre, mi culo le agradó, y que el hijo que iba a darme,
cara de dos padres habría de llevar, desconfió;
el tercero de mis hombres, arribó con carta de recomendación,
era talentoso y bien parecido, pero claro, tampoco tuve el tiempo de saber cuánto, cuánto, pues también se murió,
una bala perdida en un hospital me lo entregó, a nadie más le he vuelto a rezar tanto,
pues de tanto en tanto, Dios, no me escuchó,
y también se lo llevó.
Seguí mi camino, de hombre en hombre, sin número ni espacio,
pensando, que la tercera había sido la vencida,
y de ahora en adelante todo sería huída,
mejor mía, para no indagar si era yo la viuda negra, o el preludio de la despedida;
hasta que llegó, el digamos, cuarto de mis hombres, con el currículo de añil,
hijo de albañil, contador de profesión,
nalgas sin mención, portafolio de piel, labia de miel, cejas de árabe, humor grave,
ése, me enseñó a cocer a máquina, a planchar sus camisas,
me compró una estufa como quien cocina
para no comer más en las fondas de la esquina,
me presentó a su familia, y desde ahí debí de haber sospechado
el futuro que me deparaba cuando después de dormir en el cuarto de su hermana,
al día siguiente cien mil enchiladas volaron sobre el comal para alimentarnos,
a mí, a él y a tanta gente que no podía, con todo y mi buena memoria, aprender los nombres; entre sueños, dopada o atolondrada a la boda le pusimos fecha, de ahí llegaron los hijos, a la orilla del río Pánuco, tres chiquillos robustos y sanos amamanté, un día cansada de lavar ropa, ir a la universidad, y recibir tratos de segundo plato, le rasgué la camisa, y le dije adiós para siempre, esa noche los amigos llegaron a poner el hombro, ¡y hombre!, que hicimos fiesta, con bombones en la chimenea, y vino tinto para olvidar lo que habría de olvidarse, al poco rato, mis zapatos rotos, me recordaban que mi soledad era total, de vez en vez, en mi cama había visita y fiesta, ya para el quinto año de luto, en un antro de mala muerte, donde era empleada de quinta, llegó un hombre que traía una tristeza de primera, solté mi mejor carta, la de mi sonrisa que la vida me dibujo en este rostro que parece no conocer el desconsuelo, hice trampa desde el principio, lo invité a cenar ravioles al pesto, barnicé todas las fallas, para que esa noche ni las siguientes, cesara el temblor de este mi terreno sinuoso. Se trepó al carro de mi montaña rusa como una invitación a la tierra fantástica, y pronto ya subíamos y bajábamos, a la velocidad del trueno, una vez que paramos en la taquilla, su alma de suicida pidió el aquí y más, y aquí seguimos, cargando el tren del doble o nada, con seis hijos que juntamos entre los suyos, los míos y la nuestra, hagan cuentas, yo doblé la apuesta, pero el triplicó la deuda. A todos los he amado, a todos los sigo amando, unos me abrazaron, otros me engañaron, otros me rompieron, otros desconfiaron, otros, me dieron más de lo que les di, a otros le di todo lo que tenía, pero sólo con uno, me ha pasado todo y el más, sólo con uno gané la apuesta, el abrazo, y la independencia, el engaño, y la cruel verdad, la ruptura y la reconciliación, la soledad y la compañía, el proyecto, y el fracaso, el amor y el más que amor, los hijos, con la alegría y las desgracias. Sólo con uno, el único que se quedó para ver los resultados de la quiniela, el único que no se amedrentó al conocer mi verdadera sonrisa, la de la montaña rusa, la de la mona nada lisa, que sube al Machupichu, y desciende al averno, así, en fracción de segundos; el único que ha soportado la ráfaga de mis mareas mensuales, mis deudas en canales, mi despertares lentos y bruñidos, mis arranques de Tsunami, mis insomnios, y mis mañas, miles. El único, que no habría llegado a ser ni el platillo de la entrada de no haberme echado la botana de mis otros hombres, el único, plato fuerte de mi vida, el que me llena para no pedir más postre, el que me emborracha y me da cruda, el que me soporta, y me tumba, el único, que se quedó a vivir los resultados de este destino incierto pero cierto.
... no es campaña, ni es mentira, es la pura verdad
Todo lo que traes para dar,
lo puedo multiplicar…
El mar de tus respiros, arrulla mis sentidos
en el grillo de tus latidos
Tu cuerpo desvalido
me tiene sometida en este cuerpo pervertido
El cielo invertido
me trae la urgencia como la hierba al sol
El cielo invertido
me trae la urgencia como la hierba al sol
En la prisa que crece,
tu cuerpo desvanece en la tibia morada,
de piel enamorada
He de rasgar el laberinto de tu boca
Así, envuelta en espera de espuma
disfrazaré mi ola de pluma
No hay nada ya, no hay nada ya
que pueda traerme de vuelta,
No hay nada ya, no hay nada ya,
que pueda traerme de vuelta
Todo lo que traes para dar, lo puedo multiplicar…
El mar de tus respiros, arrulla mis sentidos
en el grillo de tus latidos
Tu cuerpo desvalido
me tiene sometida en este cuerpo pervertido
El cielo invertido
me trae la urgencia como la hierba al sol
El cielo invertido
me trae la urgencia como la hierba al sol
En la prisa que crece,
tu cuerpo desvanece en la tibia morada,
de piel enamorada
He de rasgar el laberinto de tu boca
Así, envuelta en espera de espuma
disfrazaré mi ola de pluma
No hay nada ya, no hay nada ya
que pueda traerme de vuelta,
No hay nada ya, no hay nada ya,
que pueda traerme de vuelta
Todo lo que traes para dar, lo puedo multiplicar…
jueves, 4 de junio de 2009
unos rojos, otros azules, pero al fin, hermanos.
País hecho de hermanos. Se acabó al gobernabilidad, ahora todos dicen que nadie los deja hacer, los rojos se quejan de los azules, y viceversa hasta llegar al verde como hermanos que pelean por el amor de sus padres, como vertientes nacidas de una misma madre patria, que no acaban ni de ponerse de acuerdo ni de partirse bien el hocico. Sin las pasadas consiguientes, no hay modo de lograr que estos hagan sus vidas de manera independiente sin dejar de cooperarse para el refresco. En casa, nunca viví esto de los hermanos peleando, si acaso lo hicieron, no me di por enterada, y sigo sin enterarme, mis hermanos se aman entre si, a pesar de ser agua, aceite y colonia de rosas, nada que ver el uno con el otro pero en el respeto y en el cariño todos nos abrazamos. Y sin embargo, no saben cuántos hermanos he visto pelear hasta casi sacarse los ojos, y ahí están para confirmar mi historia, no sólo Abel y Caín, los más famosos, si no todo lo que nos rodea que no son mas que rencillas de hermanitos envidiosos. Por otro lado, ahí están los que se hermanan, y para bien o para mal, hacen de su quehacer un gremio inapelable en donde cabe todo, hasta el hermano incómodo. Eso tiene la hermandad asumida, acepta en su seno hasta lo que no debe, y he ahí que pululan los puestos ocupados por neófitos, ingratos imbéciles que a destajo dan órdenes a costa de quien sea, pero eso sí, muy carnales del que manda de a devis. Habrá que dejar de lado el nepotismo y la sangre que hermana, y comenzar a hermanarnos con quienes sufren este boicot de país, esta miseria, esta transa, este horror, este desalojo de la esperanza, hermanarnos y organizarnos como lo hacemos para la fiesta sorpresa, para la parranda, para la compra semanal, hermanarnos para hacer que los dineros se repartan de una manera lógica y decente, para que no se contaminen nuestros ríos, para que el agua sea considerada ya un recurso universal, hermanarnos, y sin embargo, urgente derrotar el nepotismo y los puestos de favorcitos. El solaz de la víctima de sus padres, el hermano. Si este gobierno, o cualquier otro, nos lastima, hermanarnos. La panacea salvadora de la maldita genética, el hermano. El brindis silencioso y siempre presente, será por el hermano. Amigos hermanos, a falta de asistencia familiar, el hermano del corazón, esos hermanos de los que uno se apea por los caminos de la vida. Raíces de encuentro, mis hermanos. Carnal de mi carne, hijos de mi madre aunque renieguen de mi padre, hijos de mi padre aunque olviden a mi madre, carne de mi carne, tan carne como mis hijos y mis nietos, mi carne. Hoy, no estoy completa del todo, me hace falta una hermana, con la que a pesar de no pisar tierra, no puedo evitar entablar conversación con ella, y mientras aquí siga, con los pies en la tierra, nuestra plática seguirá siendo vieja y vigente, y hoy ella me dijo, hermánate.
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