miércoles, 14 de octubre de 2009

Momentos

No sabemos hasta cuándo estaremos gozando de aquello que tenemos, el gusto por la comida, la bebida y el cigarro, en un tris se convierten si no en vicio y suplicio, en colesterol, cáncer y otras peores. Las relaciones también tienen su eso para gozar y su otro para soslayar. Lo que más aprecio en una personas es, hasta hoy y sin cambios, el sentido del humor. Esto me ha llevado a llevarme con gente muy diversa e incluso con malas personas. Si yo colocara en mi lista de prioridades, 'ser buena gente', otra sería mi historia, pero no, coloqué, por razones inextricables y aquí trataré de encontrar porqué, en primer lugar, la cualidad del humor. Aquí hay varias sospechas conmigo, la primera es mi ex, éste tenía de todo, cualidades de buena y mala persona, ¿pero sentido del humor?, para nada. Creo que más bien, yo lo hacía reír mucho, pero no vi a tiempo que no por cualidades propias de él, si no por características mías, lo cual desapareció el hechizo más pronto de lo esperado, y además, cuando los medios no son propios, no hay modo de apelar a una nueva producción, no hay materia prima. Lo anterior me explica el porqué necesito tanto que mi gente tenga sentido del humor a pesar de traer yo lo mío puesto. Lo que sí sé de cierto, es que compartir un momento como único con otro que tenga sentido del humor, saca de uno mismo no nomás lo mejor si no que al terminar el instante ese, uno se siente como si le hubiesen sacado al chamuco. Con el diablo en el cuerpo, con la sonrisa en la puerta voy por mis momentos, que últimamente, no han sido de lo mejor.

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