domingo, 4 de octubre de 2009

Los que se quedan que no se vayan

Este año ha sido de velorios lejanos, se nos han ido varios que conforman parte de nuestra vida, sin siquiera haberles estrechado de perdido la mano, pero ¿quién no se ha encomendado a un no te salves de Benedetti, o quién no ha cantado a raja tabla el yo vengo a ofrecer mi corazón, no tanto con su autor si no con la cantante que le dio ese color a esa rola, Mercedes Sosa? Todos. Sin embargo, cabe mencionar que los que se van, han sembrado de tal forma, que seguro habrá cosecha, pero es complicado ir detrás del maizal consabido y extenuado, o dejar de mirar la presa seca para ir en busca de las otras represas, repletas de agua fresca, o del maizal de enfrente para corroborar que siempre habrá quien nos sacie el hambre y la sed. El dolor que da despedir a los que sentimos nuestros, es válido, lo que no se vale es dejar de mirar lo que tenemos frente a nosotros. Mi amiga Messe dijo perfecto, 'hay gente maravillosa que no ha salido jamás en la tele, y es maravillosa, sólo es cuestión de darse cuenta'; su boca, llena de razón. Pienso en doña Elodia, una mujer que tiene más años de los que puede sumar, por ello alega desde hace más de diez, que tiene ochenta y ocho, pero sin importar su longevidad, la mujer, sale cada mañana más temprano que cualquiera y paso a pasito, recoge latas del suelo, botellas, cartón, hojitas, palitos, antes de llegar al contenedor de basura y mirar lo que la noche le dejó de regalo, luego baja al río, y trae leña, así la ve uno, todo el día en el trajín, para arriba y para abajo siempre de buen humor y con un millar de anécdotas, porque la mujer no lee los diarios simplemente, porque ella es un periódico ambulante, sabe muchas cosas del pueblo, de la colonia, de la vida, de las familias y de la naturaleza. Doña Elodia podría tener un programa de televisión y contar miles de historias y mostrarnos los rincones que nuestro entorno tiene y que solemos pasar sin mirar mirando. Y no es que no me gustaría leer lo que Sor Juana pudiera escribir sobre nuestra época, hay mentes que serán una pérdida irreparable, pero ella se fue, y llegaron Rosario Castellanos, Elena Garro, y muchas otras, no hay que aferrarse al pasado porque eso es de cierta manera, envejecer sin sentido. Si vamos a ponernos viejos, que sea con años, canas, y arrugas, no con el ánimo, ese puede mantenerse siempre joven, ¿por qué no?
Adiós Merceditas, aquí te recordaremos con el mismo cariño con el que nos deleitaste, trataremos de no olvidar lo que tu canto entonaba, un algo entre la belleza y la lucha constante. Arriba los Sonex, los Aguas Aguas, los Jugosos Dividendos, la Messe, Rafa Campos, Miguel Flores, y los que sin salir en los medios ni ser parte de esto, conforman la música nuestra y la lucha de un mejor mundo.

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