jueves, 27 de agosto de 2009

fetiche, carta sin derecho de réplica a Segismundo Freud


Ay Segismundo, con cuánto ruido nos has atizado, lo que cada vez me explico menos es cómo es que te han hecho tanto caso; cada que abro una de tus páginas, cualquiera que ésta sea, me matas de risa, si no de horror. Segismundo, el inconsciente es tu gran éxito. Y no diré como dicen otras de ti, que eras misógino, no, eso sería restarle valor a tus observaciones; yo más bien diré que eras inocente. En cuanto al fetichismo, por ejemplo, la 'falta' del otro. El uno, el hombre, mira a la mujer desnuda, y simplemente no puede, no resiste la falta del otro, nuestra gran falta: no tener pene. Todos los hombres, menos tú y los que no gustan de las mujeres por la misma razón (la falta de), todos, lo que sienten cuando nos ven tan desproveídas, es unas ganas enormes de proporcionarnos uno, el suyo, el que ellos traen puesto. Pero tú Segismundo, fantaseaste, y te propinaste una paliza intelectual, aseguras que quien se apea del fetiche, lo hace en nombre de la ausencia, aseguras que el ofendido por la falta, el asustado por la carencia, prefiere poner sus ojos en los zapatos, en las tetas, en el ojo o en el sostén para poder mantenerse erguido ante un ser carente de pene para la batalla amorosa. Bueno. Te quiero Segismundo, no sabes cuánto te quiero, te tengo en mi lista de escritores predilectos, internarme en tus piensos es tan divertido como leer a Ibargûengoitia, a Sharpe o a Fante, gracias.

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