No hay una sola cuita que no valga la pena divulgar por medio de una crónica si ésta cumple con ciertos requisitos:
*Tú la viviste. Tú la vives. Alguien la vive y tú la viste... por algo tu atención se centró en ella.
*La cuita tiene carácter, y éste puede ser: melodramático (como a la mayoría de los mexicanos se nos da de manera natural), trágico (tal como a la prensa amarillista le encanta), cómico (que es como los más de los ineficientes resolvemos las tales cuitas), heroico (en cada mexicano hay algo estoico), y todas las mezclas son bienvenidas también, por lo que el carácter de la tal cuita puede acentuarse en ser tragicómica, cómico-heroica, hasta llegar a ser drama-patético-cómica. Arriba la hipérbole si estamos hablando de tener carácter, que más vale tener en pluma una cuita multicolor que una buena razón parda o soez.
*La cuita tiene importancia si no trascendental, cotidiana.
*La cuita tiene o razón de ser, o ninguna razón de ser, en medio, no hay gran cosa, el jamón siempre ha sido vulgar aunque si es de buena calidad, apenas comestible.
*La cuita se suscita bajo un rubro que o conoces, o puedes indagar. Despídete de los astros, deja que los expertos hablen de ellos, contempla la luna que ésta es democrática por decreto celestial, dedica tu atención y tus sentidos a las aceras urbanas, a la tierra que pisas, a la ciudad que habitas, a las voces del vecino.
Al fin he logrado tener todos los requisitos para hacer un trámite. Claro, los requisitos los dicté yo misma, pero no se puede esperar perfección caray, menos si estamos hablando de vicisitudes varias. Estoy en mis marcas, lista y dentro. En este blog iré desglosando, poco a poco las crónicas de este corazón. Te ofrezco mis ojos y mis palabras para entrar en calor.
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