En un horno de leña, el calor que emana de éste, invade un perímetro importante... como en la política, los ardores que se gastan los involucrados, los dires y diretes, los ires y venires de quienes les siguen y persiguen son asunto incluso, de quienes nada tienen que ver con ello o nada desean de sus resultados. Una cosa es estar más allá del bien y del mal,mirar más profundo que el azul, el rojo,o el amarillo, y otra cosa es la apatía, el no querer más que blandir la espada contra lo que de todo esto derive. El calzón de los hornos de leña, esta parte trasera, o a modo de tapanco o sótano que por la cercanía con el calor del horno se convierte en el lugar ideal para fermentar, resguardar o levantar harinas y panes es el sinónimo de lo que debiéramos vivir los ciudadanos durante la efervescencia electoral. Hay que izar las velas de los sueños mientras otros se debaten entre el calor político, guardar la tibieza lejana del fervor de los engaños, las adjetivizaciones exacerbadas y de las torpes fogocidades, guardar nuestra calma, alejarla de humedades, y sin mancha, nuestro voto vaya a dar a las urnas, porque nos guste o no, el voto es la única instancia con la que contamos para alzar nuestra voz. Al calor político resguardarnos y amarrarnos muy bien al calzón.
1 comentario:
El voto es nuetra arma para elegir. Y también para decir ya estuvo bien, por la revocación.
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