Se van los que piensan y nos atisban las luces que pudiera haber en el camino.
Se van los que escriben y en fantasía o en ensayo, nos dicen el mundo.
Entiendo que no tendrían porqué vivir para siempre; sin embargo, dejan un vacío irreparable.
De luto y de fiesta al mismo tiempo.
Duele la ausencia, el último viaje del elefante, literalmente, el último, pero al fin un viaje al que todos estamos invitados.
Duele el saber que no habrá quien entienda tan bien el autoengaño al que nos hemos remitido en los últimos años, Monchis se reirá desde el otro mundo al que también estamos invitados pero no iremos hasta que nos toque.
De fiesta porque un ensayo sobre la ceguera nos abrió las puertas a horizontes insondables, de fiesta porque alguien tuvo los tamaños y la cabeza para nombrar a los políticos de nuestro país con adjetivos irrefutables.
Lo peor es que se van en bola, no dan tiempo para digerir una pérdida cuando llega la otra.Triste pero viva, habré de responsabilizarme de ello supongo.
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