domingo, 17 de mayo de 2009

A pesar de estar, no se puede decir



He entrevistado a algunos funcionarios públicos, detecto en ellos la gana de hacer su trabajo, pero al cuestionarles sobre lo que no se hace o no se plantea que se planea hacer, algunos establecen que sus ganas no lo son todo, que hay que cumplir con requisitos, que el presupuesto es una realidad que les hace elegir entre lo urgente y lo impostergable, y cuando así contestan, yo, lo que más quiero es creerles. Pero llego a mi casa, y se me ocurren tantas posibles soluciones, a mí, a mí que no soy más que una ciudadana preocupada, y entonces me convenzo, sin querer hacerlo, de que las ganas o no son tantas o no son tan santas como exponen los responsables de administrar nuestro dinero y nuestros requerimientos. Poco a poco, los funcionarios públicos dejan de ser meramente operativos y se convierten en políticos. Una vez transformados de células de producción a células de mantenimiento (mantén tu puesto a como dé lugar) van entendiendo que lo que está mal, si tienen una remota esperanza y una somera intención de arreglarlo, no lo pueden decir. No es que sea verdad, pero a pesar de que pueda ser mentira, no lo pueden decir. Todos somos cómplices del silencio que impera en este país, y los que hablan, los que dicen, en su mayoría tienen segunda intención, y al ser de este modo, dejan de decir las cosas como hay que decirlas, sin celo en la lengua. En este silencio, como sucede con la víctima que no alza su voz, lo inaguantable crece, se van irguiendo ante nosotros las inacabables listas de pendientes, urgencias, anomalías, vicisitudes urbanas y campesinas, fallas, faltas, ofensas, resquebrajamientos, un silencio cada vez más grande y más estridente porque en medio del silencio, ahí está lo que no se dice.
Pregunta: Señor funcionario, ¿por qué no hay señalización en las obras públicas de las calles de Coatepec?
Respuesta. Se equivoca señora, sí hay señales, los que se han caído, llámese autos y/o peatones, ha sido por pura distracción de las personas, nosotros, cumplimos.
… un poco más tarde, luego de caer un trabajador a tremendo hoyo en la calle 5 de mayo, la confesión fue, sólo nos dan cintas para señalizar.
El silencio gira alrededor de las incongruencias generadas a partir de la manera en la que cuestionamos a los funcionarios, porque seguro sólo les dan para una cinta plástica endeble y de baja visibilidad pero no les recortan desayunos, viáticos para hacer viajes a comisiones o poco importantes o inexistentes. Silencio, y termínese sus tamalitos, yo pago la cuenta a costa del erario.

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