martes, 1 de septiembre de 2009

El machín en ciernes.

Qué difícil la tenemos las mujeres en esta época de equidad, igualdad y demás argucias políticas que llevan a la necesidad imperante de hacer un cambio en esta sociedad para tener, por lo menos, hombres liberados. Las feministas han hecho de las suyas, y cuando uno escucha los horrores que la prensa difunde a diestra y siniestra, uno les agradece, pero en el fondo, siendo mujer, nos cuestionamos ¿cómo le hago?, ¿hasta dónde le entro, y en dónde me bajo del tren? Criar a un varón, nunca ha sido tarea fácil, hacer que un endeble muchacho, sensible, miedoso, y chillón se nos haga un hombre de bien, es ocupación para titanes, se la pasa uno viendo cómo hacerle para que no se nos pase la cucharada pero que no falte medicina. Y ya no es tanto, ahora llorar, en teoría por lo menos, ya no es menester sólo de mujeres, y hoy día, los hombres sensibles tienen cabida en más de un ámbito, ya no es de maricones aquello de ser filósofo o bailarín, y aún el hombre que no gusta de las mujeres tiene esperanza de no perder familia y prestigio, la apertura ha permitido mayores horizontes. Aquello en su parte positiva, pero el otro polo de esta pila de equidad, ha dejado a los varones sin un lugar claro en la sociedad. Se nos impone, gracias a los estereotipos y la lucha de derechos, una serie de características, con las que a veces no podemos. ¿Ahora quien es el ponedor?, ¿quién lava trastes?, ¿quién cuida de los niños?, la respuesta sencilla sería, hacer una equilibrada repartición de tareas y sacar juntos el burro de la barranca, el detalle está en que para llegar a eso, habría que educar a niños y niñas, de manera muy distinta, y ni cómo cambiar y desanquilosar la forma en la que fuimos educados. Hay quien hace su lista de 'esto no', y la cumple a pesar de estarlo haciendo más mal que como le educaron, pero la gran mayoría tenemos un discurso incongruente con nuestras acciones. Por más que queramos educar parejo a hijos e hijas, nos damos cuenta, que son tan distintos, que sus necesidades, riesgos, y jalones de oreja, deben estar fundamentados en diferencias. Luchar por derechos desemejantes entre hombres y mujeres, tal vez partir de la contundencia de la diferencia de género podría acaso darnos mejores resultados. Ahí están las madres modernas, criando un montón de machines en ciernes, listos para salir y enfrentarse con chicas que no están dispuestas a soportar, ni un rasguño sentimental, ¿a dónde vamos a llegar? opino esta vez, que más vale recuperar lo perdido, el hombre cabal, y la mujer sensata que acabar con más niños en la calles desolados y sin quien se haga cargo de ellos. Cambio y fuera.

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