... y todo cambia. Subimos un peldaño y bajamos dos, tomamos un sendero y salimos al arroyo, a veces las cosas no se presentan como lo planeado, las cosas cambian. Y nos empeñamos por mantener de la misma manera y bajo el mismo método aquello que frente a nuestros ojos ha cambiado, ¿negación?, ¿falta de costumbre?, ¿dolor de la pérdida?, pues algo de eso y/o todo junto. Mi hijo tiene dieciocho años, y yo insisto en mandarlo a ponerse sweater, sé que ya es grande, pero entonces si es tan grande como dice su último onomástico, ¿por qué carambas no se tapa cuando hace frío y prsiste en arriegar su salud a un enfriamiento?, un misterio. Ganamos el mismo dinero que hace cuatro años, sin embargo, las cosas no cuestan lo mismo y sigo comprando lo mismo y endeudándome como lo hacía hace cuatro años, eso no ha cambiado mucho, la actitud e s la misma, sólo los ceros han aumentado.
Todo cambia, con la honrosa excepción de lo que no cambia por razones inexplicables para mi entendiemiento. La tierra se transforma ante nuestros perplejos ojos mientras las colas del tráfico se hacen cada vez más largas, también ante nuestros ojos, no tan perplejos si tan enojados y a costa de nuestra espalda y nuestro humor...
Adiós al Crónica como reportera, mujer adentro se queda con su columna de viernes, ahora de vuelta a mis diez trabajos de ingresos pequeños, y con informes varios en el noti de nemi, http://www.radiover.com/ .
Tal vez no todas las escaleras lleven al cielo, pero todas llevan a alguna parte...